Empuñando esta frase como bandera, arrancamos este tan esperado febrero.
Sin querer el fin de año, y sus celebraciones pasaron sin pena (o no), ni gloria.
Como suele suceder, las alegrías no son completas, como así tampoco las tristezas. Nos hemos empeñado en hacer del día a día, el mejor de nuestras vidas. Casi por decreto.
En el mientras tanto, he tenido abandonado al blog. Casi eternizando un post sobre un viaje a la Isla Martín García, que todavía no termine de relatar. Y ahora que me pongo a pensar, tengo lejos a esa persona que me acompaño en la travesía. Yo sola, soy la mitad de esa historia.
Los planes de la mudanza nos han tenido mas que entretenidos. Desandar un camino de 14 años, y acomodarlo convenientemente en cajas es un trabajo que requiere paciencia, y dedicación. Y sobre todo, organización.
Como es de esperar, son épocas de remover, de sacar, exponer, encontrar fragmentos de historias.
Historias que nos han traído hasta acá. Y toda la gente, que para bien o mal, participo en ella.
No podemos dejar de pensar en que vamos a emprender una nueva aventura, y que la templanza (palabra que escuche mucho este ultimo tiempo) sera clave para transitarla.
El amor siempre como referente, la felicidad como objetivo; el resto ira llegando solo.
Arrancamos el año, nuestra energía dirigida hacia las personas que nos necesitan, y para nosotros mismos.
Saludos,
Nos leemos!