Julio es el mes en el que siempre siembro las judías verdes. Suelo poner dos bancales: uno a principios de mes y otro a finales, con el fin de estirar luego la cosecha.
Habrá quien piense que ya es muy tarde pero a mí en este clima y con las características de mi huerto, es la época en la que mejor se me crían, sin enfermedades ni problemas. Hay que tener en cuenta que aquí en el norte, septiembre y octubre son los meses más cálidos y ?secos? del año que es lo que requieren las judías verdes para no enfermar de hongos y demás
¿Y qué es un bancal? Pues una banda o faja de terreno ancha y llana donde se siembran juntas las semillas a diferencia de los surcos que son estrechos y las semillas van en hilera de una en una.
Utilizo una variedad enana por lo que no son necesarios palos o tutores para que trepen. La planta es enana pero las judías que proporciona son de tamaño normal, abundantes, tiernas, sin hebras, buenísimas.
El trabajo queda reducido a preparar el terreno, sembrarlo, verlas crecer y recolectarlas. Sí, así de fácil. Cuando veo a mis vecinos deslomarse poniendo palos, regando, quitando hierbas?me doy cuenta de la maravilla de cultivar con este método. Al sembrar de esta manera, las plantas crecen juntas, el terreno no se seca y las hierbas no tienen sitio donde crecer.
Qué necesitamos?
Semillas de calidad garantizada. Yo utilizo las de la variedad "judía enana garrafal rabona" o "judía enana nassau".
Una bilda, un rastrillo y un azadillo
PROCEDIMIENTO
Mullimos el terreno, removiéndolo con una bilda. Mejor unos días antes para que la tierra se airee.
Alisamos el terreno con el rastrillo dejando tierra sobrante en los laterales para luego cubrir con ella las semillas. Yo hago los bancales del ancho del rastrillo más o menos.
Esparcimos las semillas sobre el bancal. Las judías las pongo a unos 7 o 10cm de distancia (pero no uso el metro jeje)
Apretamos un poco las semillas contra el terreno con el canto del rastrillo.
Las cubrimos con la tierra que habíamos dejado en los bordes del bancal.
Volvemos a presionar un poco la tierra para que se adhiera a las semillas.
Con el azadillo, curioseamos las orillas del bancal si es necesario.
Lo regamos y lo mantenemos húmedo hasta que nazcan las plantitas.
Las judías, igual que las demás leguminosas, acumulan nitrógeno en sus raíces por lo que, una vez recogida la cosecha, conviene cortarlas al ras en vez de arrancarlas como se puede observar en el bancal de al lado, que estuvo con guisantes. Así, las raíces se pudrirán dentro del huerto y liberarán en él su preciada carga.