Abanicos de invierno.



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 Alla afuera, tras la ventana, florecen los malvones con su fucsia glorioso. No los inmuta el frio, ni este sol tan tibio que parece haberse olvidado de nosotros. Salgamos al jardin a llenarnos los ojos de verdes y los sentidos del aroma a eucaliptus, a alisos, a violetas. En sus arbustos, ponen las abelias  gotas de perfumada blancura. Las alegrias que han crecido al reparo, elevan sus cabezas de palidas flores rosadas.El cesped, cubierto por las heladas, ha perdido apenas su color intenso y se ha vuelto un lago quieto. Contra el cielo azul profundo se abren los abanicos tejidos con encajes negros de las frondas desnudas. El viento levanta blondas de verdor y los pajaros llaman despacio, adormilados, desde refugios ocultos.

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