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En el corazón de Valmora, un pintoresco pueblo envuelto por la bruma de la madrugada, se erigía una antigua casa que parecía susurrar historias de amor a quienes se aventuraban cerca. En este hogar, Antonio y Gabriel habían tejido una vida juntos, enredada en la belleza de lo cotidiano y la pasión de lo extraordinario. Antonio, con su pluma, daba vida a mundos donde el misterio y el amor danzaban en un abrazo eterno, inspirado siempre por Gabriel, su esposo, su editor, su todo.
Sin embargo, tras la fachada de esta existencia envidiable, se ocultaban grietas apenas perceptibles, señales de una tormenta que se gestaba en silencio. La noche en que todo comenzó a desmoronarse no fue distinta a ninguna otra, con Antonio sumido en la escritura de su próxima novela, buscando este fuera el éxito que tanto anhelaba y Gabriel, como de costumbre, perdido en la lectura de algún manuscrito.
Fue Gabriel quien rompió el silencio, una pregunta flotando entre ellos como una chispa en la oscuridad., — ¿Alguna vez has mentido para proteger a alguien que amas?— preguntó, su voz cargada de un peso que Antonio no supo descifrar.
La pregunta dejó a Antonio inmóvil, las palabras retumbando en el espacio como un presagio, — Todos tenemos secretos, Gabriel. Algunos, simplemente, deciden enterrarlos más profundo—, respondió finalmente, sin apartar la mirada de la pantalla de su computadora.
La tensión creció, tangible, un muro de silencio y palabras no dichas erigiéndose entre ellos. Gabriel se retiró, dejando a Antonio solo con sus pensamientos y una inquietud que no podía nombrar.
En los días siguientes, esa inquietud se convirtió en sospecha. Cartas encontradas por casualidad en el desván, palabras de amor dirigidas a Gabriel pero no escritas por Antonio, se convirtieron en el hilo del que tiró, desenredando la verdad oculta detrás de años de confianza y complicidad.
Con cada carta, cada palabra, una parte de Antonio se desmoronaba. La traición era una sombra fría que se extendía por su hogar, tocando todo lo que había considerado seguro y sagrado. La pregunta de Gabriel, aquel momento suspendido en el tiempo, adquiría un nuevo significado, un presagio de lo que estaba por venir.
Mientras la tormenta se avecinaba, Antonio se enfrentaba a una decisión. Confrontar a Gabriel y desenterrar la verdad, o vivir en la sombra de la duda, donde el amor que una vez los unió se desvanecía como el último rayo de sol al caer la noche. En el silencio de su estudio, con las cartas esparcidas frente a él, Antonio sabía que no había vuelta atrás. La búsqueda de la verdad comenzaba, sin saber que esta los conduciría por un camino del que no podrían regresar.