(Imagen: John Tann)
El Instituto de Biología Evolutiva ha demostrado que la mosca de la fruta es capaz de resistir la acción de xenobióticos (insecticidas u otros contaminantes ambientales).
Dichas moscas, no sucumben ante el insecticida carbofurano, tradicionalmente empleado para el control de plagas en los frutales, ni ante el benzaldehído, compuesto natural que genera la fruta cuando se descompone y que, en exceso, llega a ser tóxico.
El hecho novedoso consiste en que este tipo de alteraciones (inserciones en el genoma de un elemento móvil o fragmento de ADN), hasta el momento, nunca habían sido beneficiosas o, por lo menos, nunca se había podido demostrar sus efectos positivos en el ser mutado. Nunca, hasta ahora.
A pesar de que lo fácil es decir que este descubrimiento inédito es perjudicial, resulta extraordinario cómo las mutaciones naturales pueden actuar favoreciendo la adaptación de los organismos ante situaciones o sustancias dañinas en la mosca de la fruta.
Tan sólo habrá que buscar nuevas técnicas para mantener a raya a estos insectos de nuestros frutales.
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