Rosa de jericó cerrada
Cuenta la leyenda que cuando Jesús se retiraba a orar al desierto, la Rosa de Jericó, arrastrada por los vientos se detenía dulcemente a sus pies y de madrugada, después de abrirse con el rocío de la noche, ofrecía al Maestro las gotas de agua de sus ramitas. Jesús las tomaba con las yemas de sus dedos, llevándolas a los labios para calmar su ardiente sed. Conmovido, la bendijo.
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