Recuerdo que se me hacía muy raro leer a los compañeros de Infojardín hablando de estiércol, compost y otros abonos para el huerto.
Pensaba: “Pues vaya manera de complicarse, con lo fácil que es coger la botellita y echar un chorrito en la regadora”.
Pero es que los abonos son mucho más que alimento para las plantas como enseguida empecé a comprender.
Este es uno de los temas que junto al del riego, genera más dudas, así que me gustaría empezar una serie de diversos artículos para explicaros lo que sé sobre ello.
Espero que resulte útil y comprensible para todos los que estáis empezando.
El abono como alimento de las plantas
El abono sirve para alimentar a las plantas. Quizá parezca una afirmación banal, pero por las consultas que recibo (y sobretodo, por las caras que veo en los cursos), creo que muchos no acaban de entender este concepto.
Por ello acostumbro a utilizar un ejemplo muy simple: las personas comemos y bebemos, ¿verdad? Pues las plantas también.
Si las personas solo bebiéramos agua, al cabo de un tiempo acabaríamos muriendo, ¿verdad? Pues las plantas también.
La diferencia radica en la manera en la que nos alimentamos los humanos y las plantas. Nosotros tenemos la capacidad de ingerir líquidos y sólidos. Ellas, en cambio, necesitan siempre agua para alimentarse.
Y es que la utilidad del agua del riego no es solo la de hidratar la planta. También disuelve los nutrientes presentes en la tierra para permitir que las raíces los absorban y los lleven a las hojas, donde tiene lugar la fotosíntesis. Es decir, su digestión.
Si regamos las plantas pero no hay nutrientes presentes en el substrato, es como si sólo les diéramos de beber. Y la falta de nutrientes las afectará inevitablemente. Por ello es muy muy importante el abonado de la tierra del huerto o de nuestras macetas, ya que siempre debería haber alimento a disposición de las plantas.
El abono como estructurante de la tierra del huerto
El abono sirve para algo más: estructura y mejora la textura de la tierra o el sustrato.
Y esta es la razón por la que en horticultura se utilizan abonos sólidos como el estiércol, el compost o el humus de lombriz.
Si en alguna ocasión habéis abierto una bolsa de alguno de estos productos, habréis visto que su aspecto es similar al de una tierra buena: oscura y esponjosa.
Al mezclarlo con la tierra de nuestro huerto o con el substrato de las jardineras, mejoramos su textura aparte de añadir nutrientes. Y esto no se consigue con un abono en bolitas o con líquido.
Esta mejora se nota especialmente en un huerto de tierra, independientemente de si es arcillosa o arenosa.
Y es por ello que en algunos manuales hablan del abono como alimento no sólo de las plantas, sino también de la tierra.
Por hoy lo dejaremos aquí. Me gustaría mucho leer vuestras dudas en los comentarios, ya que me servirán para seguir desarrollando el tema en futuras entradas
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