El Poder del Consentimiento

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Infantil

En un colorido pueblo llamado Armonía, rodeado de montañas y riachuelos, vivía una niña curiosa y decidida llamada Vanesa. Tenía cabellos rizados como el sol de la mañana y ojos que brillaban con la curiosidad del mundo que la rodeaba. A pesar de su corta edad, Vanesa siempre se cuestionaba todo a su alrededor, desde las formas de las nubes hasta el canto de los pájaros en la mañana.

Sin embargo, había algo que la inquietaba en su pequeño rincón de la vida: la falta de consentimiento y la pérdida de su propia identidad. Cada vez que su familia se reunía para ocasiones especiales, como cumpleaños o cenas festivas, los abrazos y besos eran tan comunes como las sonrisas. Sin embargo, había un detalle que a menudo pasaba desapercibido: los niños no tenían la oportunidad de decidir si querían ser tocados de esa manera.

Vanesa se sentía como un pez fuera del agua en estas situaciones. Aunque amaba a su familia, no siempre deseaba los abrazos y besos que todos parecían dar por sentado. La confusión y la incomodidad crecían en su interior, como un nudo apretado que no sabía cómo desatar. Se cuestionaba por qué no tenía el derecho de decir no o de decidir quién podía tocarla y cuándo.

Un día soleado, Vanesa decidió hablar con su abuela Aurora, una mujer sabia y comprensiva que vivía en la colina cercana. Después de compartir sus pensamientos y sentimientos con su abuela, Vanesa se sintió como si hubiera liberado un peso que llevaba en su corazón. Aurora la escuchó con atención, asintiendo con comprensión mientras Vanesa hablaba sobre el consentimiento y la necesidad de respetar la identidad propia.

Querida Vanesa, comenzó Aurora con una sonrisa cálida, tienes razón en sentirte así. Tu cuerpo es tuyo y solo tú tienes el derecho de decidir quién puede tocarlo. El consentimiento es una parte fundamental de las relaciones saludables. Cuando damos por sentado el derecho de tocar a alguien sin preguntar, podemos hacer que esa persona se sienta incómoda, insegura e incluso desvalorizada.

Aurora continuó compartiendo historias de su propia juventud y cómo aprendió a defender su derecho al consentimiento. Habló sobre la importancia de establecer límites, expresar tus deseos y respetar los deseos de los demás. Vanesa asintió con entusiasmo mientras Aurora compartía su sabiduría, y un sentido de empoderamiento creció en su interior.

Con el tiempo, Vanesa decidió hablar con su familia sobre lo que había aprendido de su abuela. Reunió a sus padres, tíos y primos, y les explicó con valentía cómo se sentía cuando la tocaban sin su consentimiento. Les habló sobre la importancia de respetar los deseos de cada persona y cómo esto contribuía a construir relaciones más fuertes y auténticas.

La sorpresa en los rostros de su familia fue evidente, pero también lo fue su deseo de escuchar y aprender. A medida que compartían sus perspectivas y emociones, un cambio comenzó a gestarse en la dinámica familiar. A partir de ese día, empezaron a pedir el consentimiento de Vanesa antes de abrazarla o besarla. Y, de manera gradual, extendieron esta práctica a todos los miembros de la familia.

Vanesa se convirtió en un faro de luz en su comunidad, enseñando a otros niños y niñas sobre la importancia del consentimiento y el valor de la identidad propia. Organizó charlas en su escuela y participó en eventos comunitarios para promover estas ideas esenciales. Su pueblo, Armonía, se convirtió en un lugar donde los niños eran escuchados y respetados en igual medida que los adultos.

A medida que Vanesa crecía, llevaba consigo las lecciones que había aprendido en su infancia. Se convirtió en una joven segura de sí misma, capaz de defender sus límites y expresar sus deseos de manera respetuosa. Y a medida que compartía sus historias y conocimientos con el mundo, el mensaje del poder del consentimiento y la identidad propia se extendía como las ramas de un árbol fuerte y frondoso. Y así, la historia de Vanesa se convirtió en una inspiración para muchos, recordándoles que el consentimiento y la identidad son derechos fundamentales que deben ser respetados en todas las etapas de la vida. Su valiente viaje demostró que cada voz, sin importar cuán pequeña, tiene el poder de crear un cambio significativo en el mundo.

Para recibir apoyo emocional u orientación, las personas estresadas, tristes o con alteraciones emocionales pueden llamar a la Línea de la Vida al 800 911 2000 o visitar el sitio web dando clic en el siguiente botón:
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