Los 14 errores típicos al sembrar césped

Este artículo es original de Fernando PGARDENS de Personal GARDEN Shopper

21. Los 14 errores típicos al sembrar césped.



Plantar el césped

En el jardín moderno la superficie destinada al césped tiene mucha importancia. La disposición de los árboles, de los arbustos, de las plantas anuales localizadas en manchas en los ángulos, en los límites, en la proximidad de la casa, deja un espacio central libre que aligera la visión del conjunto del jardín y permite disfrutar de él más intensamente.

Dado que el césped debe durar mucho tiempo, su instalación ha de ser muy cuidadosa y atenta. Por eso conviene que hagamos bien los trabajos de preparación, en la época adecuada y escogiendo las semillas más idóneas. Luego no deberemos descuidar la actividad de mantenimiento, que ocupa gran parte del tiempo destinado al jardín, especialmente durante el verano.

A continuación, enumeramos los errores más comunes en las primeras fases,
errores que se pueden evitar con un mínimo de información y un poco de cuidado.

1 Preparación del terreno

Es un error no proceder a arar el terreno antes de cultivarlo.

Con frecuencia hay que trabajar con un terreno virgen proveniente de la excavación de la casa, y, por lo tanto, es indispensable prever con mucha anticipación todas las operaciones de cultivo preparatorias, especialmente el arado.

Debe prepararse la nueva plantación preferiblemente para principios de otoño, para lograr, incluso en las regiones frías, un nacimiento uniforme de la vegetación, que impedirá el desarrollo de malas hierbas en la primavera siguiente.

Por eso, si se prevé la siembra para septiembre, conviene arar la tierra cuanto antes mejor, para mejorar la estructura del suelo con ayuda de los agentes
atmosféricos.

2 Elección de la semilla/s

Es un error no escoger cuidadosamente las semillas o la mezcla para el césped.

Las diversas condiciones climáticas, el tipo de terreno, la colocación, la exposición y los trabajos condicionan fuertemente el éxito de un césped.

Las especies más usadas pertenecen a la familia de las Gramíneas (poas, festucas, raigrás, agrostis) y pueden ser utilizadas solas, aunque es preferible la mezcla, porque responde a mejor a las exigencias de cobertura total y de adaptabilidad a los distintos ambientes. Hay especies adaptables a suelos secos o húmedos, para zonas soleadas o umbrías, etc. Las características dominantes son siempre: una cobertura rápida, compacta y resistente, un comportamiento vegetativo similar de los diversos componentes, el color verde brillante incluso en verano (para ello es necesario, sin embargo, un riego regular) y el crecimiento lento.

3 Superficies pequeñas

Es un error, en superficies pequeñas, no sustituir el césped por plantas tapizantes.

Cuando los espacios disponibles son pequeños, no es conveniente sembrar césped, y si muy recomendable hacer otro tipo de diseño, con plantas tapizantes, o bien, cambiar el chip y plantar arbustos y plantas colocando gravillas decorativas, corteza de pino o lo que sea, pues será muy complicado el recorte en estas zonas tan pequeñas, que normalmente no se van a disfrutar, como si se disfruta una pradera con un cierto tamaño.

Es más conveniente para estas zonas pequeñas por ejemplo, hacer uso de las llamadas plantas tapizantes, especies herbáceas perennes, con hojas persistentes, que se desarrollan con poca altura y que crecen a ras de tierra. Por lo tanto, no requieren corte, tienen hojitas pequeñas y uniformes, se adaptan casi a cualquier suelo y clima, y ejercen también una benéfica acción contenedora de la erosión en zonas inaccesibles, como declives y escarpas. Por último, exigen muy poco cuidados de mantenimiento. Algunas, además, tienen flores coloreadas.

Entre otras, recordamos la Dichondra repens, la Festuca scoparia, la Lippia repens,
el Hypericum calycinum, etc.

4 Eliminación de malas hierbas

Es un error no eliminar cuidadosamente las malas hierbas antes de plantar. El peligro mayor para un césped es verse invadido con el tiempo por especies contaminantes que alteren el desarrollo uniforme del tapiz. Cuanto más expuesto está el césped, mayor es el peligro de que con el tiempo pierda sus características propias. Al cultivar el terreno, este debe estar lo más limpio posible de semillas o partes subterráneas de malas hierbas, que podrían impedir el buen desarrollo del césped.

Conviene, por lo tanto, distribuir con anticipación considerable buenas dosis de herbicidas totales que limpien el terreno de la vegetación de plantas anuales o perennes infestantes. El intervalo de tiempo necesario para que se agote la acción del herbicida (de modo que no perjudique la siembra posterior del césped) depende del tipo de herbicida utilizado, y normalmente está indicado en el envase.
Luego podrá hacerse un trabajo de limpieza sacando a la superficie las raíces y los rizomas.

5 Abonado en la siembra o plantación

Es un error no practicar un buen abonado cuando se planta. El material más apropiado siempre es el orgánico, aunque con mucha frecuencia el uso del estiércol, aunque esté bien maduro y reposado, puede tener el inconveniente de aumentar la presencia de infestantes. En cambio, es muy útil y conveniente esparcir tierra vegetal, que es una mezcla de compost y tierra de jardín normal, habitualmente mezclados al 50%.

Los materiales orgánicos en general, además del efecto fertilizante, desarrollan una acción correctiva de la estructura y favorecen la presencia de microorganismos.

Se suele recomendar en los manuales, además, una distribución de 4-5 kg de abono mineral de lenta liberación por cada 100 m2 (como abono de fondo) para mejorar la fertilidad del suelo y lograr un crecimiento uniforme del tapiz de hierba.

Si es conveniente enterrar la materia orgánica cuando se ara, los abonos minerales deben ser distribuidos ocho o diez días antes de la siembra e incorporados con las operaciones de desmenuzamiento de la tierra a una profundidad no superior a los 8-10 cm.

6 Preparación del lecho de siembra

Es un error no preparar cuidadosamente el lecho de siembra.

El buen éxito del césped depende, además del tipo de semillas, del cuidado con que se sigan las operaciones preliminares.

Dado que las semillas son muy pequeñas, es necesario que el terreno (previamente arado) se presente lo más fino posible para permitir el nacimiento y el crecimiento de un tapiz de hierba espeso y uniforme.

Si es necesario, pasaremos la fresadora muchas veces hasta obtener un desmenuzamiento uniforme.

La tierra debe tener las condiciones óptimas de humedad, es decir, no ser demasiado polvorienta o, por el contrario, tan húmeda que se enganche a los engranajes de la máquina. Estas condiciones se reconocen deshaciendo entre los dedos un pequeño terrón de tierra: si está demasiado seca dejará los dedos llenos de polvo, mientras que si está demasiado mojada la masa se adherirá a las yemas de los dedos. Un terreno adecuado, en cambio, dejará las manos limpias y permitirá un desmenuzamiento uniforme.

7 Cantidad de semillas

Es un error no conocer la cantidad de semillas que se debe echar. En el envase de la mezcla para céspedes, normalmente se indica la cantidad de semillas necesarias para cubrir una determinada superficie. La cantidad de semillas por metro cuadrado varía según la posición, la exposición y la estructura del suelo, por eso yo recomiendo no regirse de forma estricta a lo que se indica en el envase, sino que añadir más dosis, en determinadas circunstancias, incluso doblar la dosis, si sabemos que parte de la semilla se la comer los pájaros o llevar las hormigas.

Las áreas sombreadas necesitan una mayor cantidad de simiente, así como los terrenos compactos o situados en zonas excesivamente secas o húmedas. La menor cantidad corresponde a los terrenos frescos, soleados, con buena fertilidad y situados en zonas de clima templado. Por otra parte, la distribución depende del tipo de gramíneas presentes en la mezcla: si las hojas son particularmente pequeñas, será necesaria una mayor cantidad de semillas; y Si las hojas son más grandes, menos.

Y atención también a las hormigas, algo tendrás que hacer, como utilizar cebos, para evitar que tus semillas pasen a la despensa de las hormigas.

8 Procedimiento de siembra

Es un error no usar la siembra cruzada. La distribución de las semillas debe producirse del modo más uniforme posible para favorecer la cobertura rápida del césped. Para obtener superficies bien densas y compactas son necesarias cinco o seis semillas por centímetro cuadrado.

Realizaremos la siembra esparciendo a mano las semillas a lo largo de las hileras que si tienes destreza y experiencia pueden ser imaginarias, y si no, puedes representarlas con cordeles tensos que delimitarán la superficie a cubrir en cada pasada. Para evitar que queden espacios vacíos, después de haber recorrido toda la longitud del sembrado con la mitad de las semillas programadas, realizaremos una pasada perpendicular utilizando la cantidad restante de semillas. En grandes superficies, para evitar la siembra a mano pueden utilizarse las pequeñas máquinas para abonar, manuales o tiradas por tractores.

9 Tapado de semillas

Es un error no enterrar las semillas después de la siembra.

Inmediatamente después de haber esparcido la simiente, conviene efectuar un ligero rastrillado (siempre en la misma dirección), para favorecer la penetración de semillas en el terreno, nosotros utilizamos la escoba metálica de rastrillar hojas, pero la colocamos al revés para ir rastrillando la tierra con las semillas suavemente con cuidado de no desplazar la semilla que ya ha sido colocada uniformemente.

Si el suelo no está especialmente húmedo y no se prevé una lluvia inminente, se puede favorecer la adhesión de las semillas a la tierra pasando un rodillo, aunque yo suelo recomendar no trastear más el terreno y dejar que la semilla se adhiera al terreno más realizando sucesivos riegos, repetidos con extrema cautela y siempre en forma de lluvia, que puede ser manualmente, pero siempre recomiendo la instalación de un sistema de riego automático.

10 Protección semillas

Es un error no proteger las semillas antes de que broten. Con frecuencia, enterrar las semillas no es suficiente para protegerlas de la voracidad de los pájaros. En las zonas en las que hay numerosas aves que pueden ser atraídas por la tierra labrada es mejor instalar durante algunos días espantapájaros, bien cintas de papel o de plástico, brillantes y de varios colores, sensibles al menor movimiento del aire.

11 El riego

Es un error no regular la distribución del agua en los primeros momentos del cultivo del césped.

El agua es fundamental para el crecimiento y la coloración del césped. Riegos suaves con agua finamente nebulizada deben realizarse inmediatamente después de la siembra y en los periodos sucesivos. Siempre hay que tener presente que las jóvenes plantitas del césped en esta fase son particularmente delicadas y sensibles a las prácticas erróneas de riego. El terreno debe estar húmedo, pero no empapado, porque el exceso de agua podría hacer que las semillas se pudriesen o que la joven vegetación se ahogase.

Del mismo modo, tampoco hay que dejarlo secar demasiado: en las zonas secas es muy difícil para las plantitas despuntar a través del terreno que se ha vuelto compacto en la superficie, mientras que la carencia de agua al nivel de las raíces las haría marchitar y secarse rápidamente.

12 Forma de regar

Es un error regar con chorros violentos. El uso de una manguera de goma para regar inmediatamente después de la siembra o en las primeras fases de desarrollo de los brotes, comporta diversos inconvenientes:
El estrato superficial del suelo se vuelve excesivamente compacto, con la consiguiente dificultad de las plántulas para desarrollarse; Se forman agujeros y desniveles por la acción del agua que va golpeando en el mismo punto, con la consiguiente falta de crecimiento de la vegetación; las semillas se colocan y concentran en algunos puntos, mientras hay falta de vegetación en otros.

Por lo tanto, es necesario regar siempre en forma de lluvia utilizando aspersores fijos o móviles.

13 Segado del césped

Es un error no observar los tiempos y modalidades correctos cuando se hace el primer corte.

Poco tiempo después de la siembra, el césped se presenta completamente verde ante el despuntar de la nueva vegetación. Sin embargo, hay que esperar que las plantitas hayan alcanzado una buena altura (4 cm) para hacer la primera siega: por lo general, deben transcurrir unos cuarenta días después de la siembra.

Antes de utilizar la segadora, es mejor pasar sobre la vegetación nueva un rodillo ligero, con objeto de favorecer la adhesión de las raíces al terreno y nivelar los posibles huecos o pequeños montículos de tierra que hasta entonces hubieran podido formar las lombrices y otros animales.

Para el primer corte conviene hacer una siega alta, sin bajar mucho las cuchillas de la segadora, ya con el tiempo podremos ir bajando la altura de corte si lo deseamos.

14 Uso de herbicidas

Es un error hacer uso de herbicidas, aunque sean selectivos, en los primeros meses de cultivo del césped. Ocurre con mucha frecuencia que, aunque los trabajos preparatorios y de limpieza del terreno se hayan seguido con precisión, a los pocos meses de haber plantado aflora una cantidad tal de malas hierbas que es preciso intervenir.

En un césped es forzoso recurrir a los herbicidas selectivos que no atacan las gramíneas cultivadas, eliminando sólo las malas hierbas de hoja ancha (acederas, diente de león, etc.) y, con mayor dificultad, las malas hierbas de la misma familia (digitaria, malvas, etc.).

Sin embargo, hay que esperar al menos cinco o seis meses a partir de la cobertura del césped antes de intervenir, para no dañar las plantitas.
Incluso los fertilizantes que contienen sustancias útiles para retrasar y limitar el desarrollo de las malas hierbas deben utilizarse con cautela, y nunca antes de que la vegetación del césped haya crecido (hay que esperar, al menos, al primer corte).
Si es posible, es mejor arrancar a mano las malas hierbas más visibles, teniendo cuidado de no dañar demasiado la vegetación circundante, de volver a colocar la tierra removida y, Si fuera necesario, de añadir una pequeña cantidad de semillas en el lugar que queda vacío.

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