Cada verano es un mundo, y tal y como os contaba al regreso de las vacaciones, el de este año en mi caso, ha sido para olvidar. Hoy quería compartir con vosotros algunas imágenes de los problemas que han aparecido en el huerto durante este verano sin sol. Quizá coincidan con los vuestros, o no, ¡quién sabe! Pero me gustará leer vuestros comentarios para seguir aprendiendo, comparar y extraer conclusiones.
El culo negro en los pimientos
La imagen superior corresponde a unos pimientos italianos de una cosecha de mediados de julio. No eran los primeros de la temporada porque antes ya había recogido dos o tres veces de las matas. Pero nunca, nunca antes había aparecido esta fisiopatía en los pimientos, a pesar de saber que también son susceptibles de padecerla. Se trata de la variante pimientil del culo negro, la peseta o la podredumbre apical que se presenta, -mucho más a menudo-, en los tomates.
Cuando me encuentro con un problema así, creo que se debe actuar de dos modos distintos. El primero (y más evidente), es buscando una solución: no queremos perder la cosecha y para ello hay que tomar las medidas convenientes para que los próximos frutos no se echen a perder. Pero hay un segundo paso que a menudo olvidamos, y que consiste en pensar porqué ha aparecido un problema determinado. No siempre es culpa del boogie o del universo, y nuestro modo de cuidar del huerto es, en muchas ocasiones, el causante de todo.
En este caso, mi razonamiento fué el que sigue:
El culo negro se manifiesta por falta de calcio o por estrés hídrico (exceso o falta de riego), que afecta al desarrollo de las plantas y a su capacidad de absorción de nutrientes.
Ha llovido mucho: el sustrato de las macetas, está empapado durante muchos días.
Ha llovido mucho: el sustrato puede haber perdido nutrientes que se han lavado con la lluvia y desaparecido por los agujeros de drenaje.
Ergo: No puedo luchar contra la lluvia pero sí en lo que se refiere a los nutrientes.
La solución consistió en añadir más abono a todas las jardineras y macetas, y rezar a San Pedro y Santa Bárbara para que no lloviera más y pudiéramos ver algo de sol. La siguiente cosecha de pimientos estuvo mejor y a los quince días no apareció ninguno más con el mismo problema.
Los rezos fueron en vano: siguió lloviendo como si nada.
Oidio en las tomateras
Cuando llueve, aparecen los hongos, sí o sí. Y el oidio hizo acto de presencia en las tomateras que tengo en el patio. Fijaros en esta foto: son las dos manchitas blancas y más o menos circulares que se aprecian en la punta de las hojas y un poco más arriba, a la derecha. Siguiendo con la pauta anterior, este fué mi razonamiento:
Ha llovido mucho: la humedad favorece la aparición de hongos.
Con riesgo de lluvias (y por tanto, de hongos), se debe aplicar algún preventivo para que las plantas no enfermen.
Aquella semana se me pasó aplicar la decocción de cola de caballo (el preventivo que utilizo habitualmente)
Ergo: esto me pasa por tonta.
La solución fué eliminar las hojas afectadas, volver a aplicar semanalmente la cola de caballo si la previsión anunciaba lluvias y hacerme una nota mental para obligarme a ello aunque fuera escopeteada. ¡No se puede bajar la guardia!
Quemaduras solares
Otro problema con el que no me había topado, a pesar de conocerlo, es el de las quemaduras que un exceso de sol puede provocar en algunas hortalizas. Y efectivamente, en esta ñora podréis apreciar una ligera mancha marrón en el centro de uno de los frutos. Las hojas de las hortalizas cumplen muchas funciones pero una de ellas es la de hacer de parasol para proteger a los frutos.
Las cosas no pasan nunca hasta que pasan, y en esta ocasión, fué por mi culpa también: después de un par de días sin pasar por casa, me encontré con esta pimentera totalmente tumbada por el peso de los frutos, y a este, le tocó premio. No la había entutorado y el pimiento quedó desprotegido y se quemó.
El fruto sigue siendo comestible aunque una vez maduro, resulta menos apetecible desde el punto de vista culinario. Os lo enseñaré en unos días, porque grabé un video cuando las coseché.
Expedientes X
A veces aparecen pequeños (o grandes) Expedientes X a los que debemos dar más o menos importancia en función de la frecuencia con la que se presentan.
En la foto podréis ver mi “freseta”, una fresa deformada pero que dejamos crecer y nos comimos igualmente. ¡Estaba tan buena como las demás! Que de vez en cuando aparezca una así no debería preocuparnos, y lo más fácil es que sea el resultado de una polinización deficiente. Pero vamos, que en cualquier caja de fresas compradas aparecen siamesas y nadie se echa las manos a la cabeza, ¿verdad?
Este es mi “bancal” de pimientos. ¿No veis algo raro? El de la izquierda de todo se quedó enano y no creció apenas. Lo sembré el mismo día que los demás, recibió idénticos cuidados y se trasplantó el mismo día. Entonces, ¿qué ha pasado? Pues no lo sé, pero las personas somos altas y bajas, gordas o flacas, y el pobre pimiento está en todo su derecho a ser como es.
Alguien podría apuntar que quizá su ubicación en la esquina era la causante, por recibir más horas de sol sobre el recipiente. Pero no es así, porque originalmente ocupaba la posición de la cuarta maceta, que era la que inicialmente se encontraba en la esquina.
No hice nada y la dejé crecer. Al cabo de poco empezó a echar flores, de las que crecieron pimientos. Pero su producción final fué sensiblemente inferior al resto.
Y hasta aquí el resumen de problemas y circunstancias paranormales de este año. ¿Qué problemas habéis tenido vosotros? Compartidlos en los comentarios, ¡entre todos seguiremos aprendiendo!
Esta entrada Los problemas de un verano sin sol se ha publicado originalmente en PicaronaBlog