Soles floridos.



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La proyección de la luz solar bajo otros matices enciende el color de cada integrante del jardín. El jazmín amarillo derrama su cabellera de verdes intensos salpicada  aquí y allá de gotas de luz. Los tréboles agitan sus campanillas alegres, danzando por todo el lugar. Otras, empalidecen de rosas o blancos, otorgándole una ternura de alegría. Se izan las violetas perfumando las manos con su aroma a recuerdos. Al mediodía, el jardín es una bendición de paz, de tibieza, de gorjeos, pero apenas la tarde estira las sombras, el viento dispersara hojas y nos empujara a buscar reparo. Hasta las estrellas serán gotas de hielo en el mar del cielo insondablemente azul. Algunos follajes tardíos soltaran sus suspiros transparentes y cubrirán sus pies de lampos amarillos. Los brotes de la magnolia son apenas tímidas uñas verdes, expectantes. Duerme el jardín su sueño de invierno...
 
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