Tranquilos, que el abuelo cebolleta no os va a aburrir con un cuento interminable o una batallita de la última guerra. Voy a hablaros sobre cómo una flor casi destruye a un país entero.
Seguro que si te digo la palabra Holanda, te vendrán a la mente multitud de imágenes.
Dejando a un lado las que tienen que ver con los vicios del ser humano, seguro que no me equivoco si te digo que has pensado en tulipanes. Esta flor bulbosa se ha convertido en todo un símbolo de este país.
Un icono que, durante el siglo XVII, casi lo destruye. Sí, has leído bien, algo tan perfecto y espectacular como un tulipán pudo haber terminado con una nación entera.
Esta flor llegó a los Países Bajos en 1559, traída directamente desde el Imperio Otomano (actualmente Turquía) por diversos comerciantes. Los holandeses, amantes de las plantas, quedaron prendados por el encanto de esta nueva flor traída desde tan lajos.
Rápidamente se formó un mercado de compra venta de bulbos en el que el precio de los tulipanes se iba disparando día tras día... hasta el punto de que la gente ofrecía sus posesiones (fincas, palacios, casas, etc...) por un único bulbo de tulipán.
En Haarlem, donde se encuentran los principales cultivos de esta flor, se llegaron a pagar 6.000 florines por un tulipán, una barbaridad si tenemos en cuenta que un holandés ganaba al año unos 150 florines.
Esta fiebre del tulipán terminó en 1637, momento en el que todo el mundo empezó a vender sus bulbos sin que hubiese compradores, y muchísimas familias se arruinaron de un día para otro.
Os dejo con un interesante documental que trata, precisamente, sobre este tema. Si tenéis un rato echadle un vistazo, porque es muy interesante.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Modificado: