A partir de ese momento, les empecé a ver un cambio progresivo espectacular. Crecían mucho más deprisa y nacían nuevas hojas.
Seguí observándolas sin decir nada, pero la verdad es que cada vez estaban más bonitas.
Cuando le pregunté al artífice, me contestó que les añadía té en cada riego, y que les encantaba.
Sí, habéis leído bien. El té que sobraba en la tetera lo añadía al agua de riego, y cada 2-3 semanas, en función del riego que la planta necesitara, abonaba la misma con ésta mezcla.
Sólo os digo, que si no lo veo, no lo creo, pero el té, ha resultado un maravilloso abono. La poinsetia que tenía desde navidad, y que normalmente moría, éste año está preciosa, y llena de brotes.
Probad y en un par de meses me contáis como están las reinas de vuestra casa.
BUENA SEMANA