Esta planta perteneciente a la familia de las iridaceae tiene un nombre curioso y cuyo origen describe perfectamente su belleza: proviene del latín, de la palabra arco iris. Pero, ¿por qué este nombre? El iris abarca una inmensa variedad de colores que van desde el violeta o el azul hasta el amarillo, pasando por el blanco o el púrpura, además de las variedades que presentan flores bicolores.
Sin duda, simplemente por su colorido, ya se trata de una elección perfecta si queremos darle vida a nuestros huertos urbanos y jardines. Además, el iris es una planta a la que se recurre menos, en comparación con otros bulbos de otoño, como el tulipán o la azucena, por lo que nuestro huerto urbano va a ganar un plus por su originalidad.
Son muchas las especies de este género, que crece especialmente en el Hemisferio Norte, en Europa, Medio Oriente, el norte de África y América del Norte. Por ejemplo, tenemos el iris de Holanda, también conocido como lirio español.
En cuanto al cuidado, es una planta sencilla de hacer crecer. Primero buscaremos un lugar a pleno sol o en semisombra y los sembraremos a unos seis centímetros de profundidad y a 20 centímetros de distancia entre unos y otros.
En cuanto a la temperatura, resiste bien los climas fríos, pero no tolera las heladas. Hay que regar con regularidad, pero evitando encharcamientos.
Por fortuna, el iris no suele ser atacado por plagas, por lo que su cuidado aún es más cómodo si cabe.
Ahora sólo nos queda pasarnos por el catálogo de bulbos de otoño de Semillas Huerta y Jardín y elegir entre las variedades de iris de Holanda cuál o cuáles vamos a cultivar. Entre abril y junio viviremos una preciosa floración.
¡Feliz siembra!