Leyenda del Irupé
Del amor enaltecido
su belleza contaré
al hablar de la leyenda
de la flor del Irupé
Adorada por Pytá
- un guerrero guaraní -
pescaba junto al río
la doncella Morotí .
Por saberse idolatrada
un capricho concibió:
arrancóse un brazalete
y a las aguas lo arrojó
mientras dulce murmuraba
incitándolo a Pytá:
- Quiero ahora el brazalete
que arrojé en el Paraná... -
Y al instante, complaciente,
valeroso y arriesgado
sumergióse entre las ondas
el guerrero enamorado.
Pero en vano la doncella
aguardó que apareciera,
rescatando de las aguas
el brazal que ella luciera:
no volvió con el trofeo
de la bella Morotí.
Entre llantos de mujeres
muchas horas lo buscaron
los jerarcas de la tribu.
Todo en vano. No lo hallaron...
ni valieron los conjuros
que en su nombre se le hiciera
procurando que el río
al guerrero devolviera.
Ni el más sabio y más anciano
pudo dar con lo ocurrido.
Arandú (3), tan sólo supo
explicar lo sucedido.
Al llegarse junto al río
y leer lo que fue viendo,
dijo grave el hechicero
sus visiones repitiendo:
- El valiente kuimbaé
el esbelto y buen guerrero,
el Pytá que hemos perdido
es ahora un prisionero.
La hechicera de las Aguas
en su templo lo ha robado
y en sus labios vierte olvidos
con amor endemoniado.
Sólo el tierno poderío
del amor que se engrandece,
logrará que el embrujado
liberándose regrese.
Firme y tierna, arrepentida,
dijo entonces Morotí:
- Yo seré quien lo rescate
pues yo sola lo perdí.Y llevándose sujeto
el peñasco que se ató
a las aguas misteriosas
la doncella se arrojó.
Aguardaron en la orilla
con sus llantos plañideros
las mujeres de la tribu,
con sus cantos los guerreros,
y los viejos venerables
repitiendo los conjuros
vencedores contra el mal.
Y en los breves senos puros
y en los cuerpos cimbreantes,
el amor adolescente
con angustia parecidas
sollozaban quedamente.
Esperaron una noche.
Y a los rayos de la aurora
una flor hermosa y rara
asomando encantadora
sobre el río apareció.
Blancos pétalos lucía
y encerrándolos por fuera,
rojos pétalos tenía.
Esa flor desconocida
con ternura suspiró
y en las aguas del gran río
nuevamente se ocultó.
Dijo entonces Arandú
a la tribu desolada:
- No lloremos más, hermanos;
con el alma desgarrada
y en los vientos y en los bosques
cante el alma guaraní:
que Pytá ya fue encontrado
por la bella Morotí.
Esta flor como otra nunca
existiera en la tierra,
el encuentro de dos almas
en sus pétalos encierra.
Blanco nombre es Morotí,
rojo nombre el de Pytá,
para siempre entrelazados
por designios de Tupá.
La malévola Hechicera
que al guerrero nos robó
no lo guarda en sus dominios:
el amor lo rescató.
Desde entonces por el río
se divisan esas flores
que en las horas de amor
entreabren sus colores,
dan su aroma, se entrecierran
y de nuevo sumergidas,
en el seno de las aguas
se fecundan conmovidas.
Es Pytá y es Morotí
hechos flor maravillosa,
es dolor arrepentido
de doncella caprichosa.
Poeta y periodista, Franklin Rúveda nació en la capital de Corrientes, el 14 de diciembre de 1914.
Desde muy temprana edad mostró inclinación hacia las letras
Culminados sus estudios secundarios se radicó en la ciudad de Rosario (Santa Fe). En la segunda ciudad santafesina colabora con los diarios “Democracia” y “La Tribuna”.
De regreso a Corrientes colaboró con los principales medios gráficos de la región como “El Territorio” de Posadas (Misiones), “El Territorio y Norte” de Resistencia (Chaco) y en la capital correntina ”La Provincia” y “El Litoral”. Además fue corresponsal del diario “La Prensa” de la Capital Federal.
Franklin Rúveda fue además fundador de señeras entidades del periodismo y las letras (sus grandes pasiones) como la filial Corrientes de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y de la Asociación de Periodistas de Corriente. Sus bellísimas composiciones poéticas hablan con amor del terruño, de sus leyendas, de sus costumbres y de la patria guaraní.
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Vocabulario guaranítico:
Irupé: I, agua, rupé, plato, Por su forma, plato del agua. Victoria regia, Victoria Cruziana. La ninfácea más grande que existe en el planeta. Uno puede ubicarla entre las islas siguiendo su exquisito aroma. Por la mañana al abrirse es blanca, pero el sol le agrega la madurez que alcanza la doncella en su sacrificio, tomando el color de Pytá, el rojo. El inmenso diámetro de sus hojas redondas como ruedas de carro permiten soportar hasta 40 ó 50 kg.
Pytâ: color rojo
Morotí: color blanco
Kuimbaé (Kuimba'e): hombre, varón fuerte
Arandú: sabio, inteligente. El viejo sabio de la tribu
Tupá: el dios creador. Tupá deidad máxima pero que hace justicia con bondad y sin venganza
Algunas fotos que lo muestran en su esplendor:
irupevictoriaregiswww.pabloedelstein.com.ar
ran en su esplendor:
¡Ojalá que hayan disfrutado de este regalo de la naturaleza! Saludos especiales. Grandiflora