¿Sabías de la existencia del jardín en Ciudad Real? Pues, en la provincia de Ciudad Real, en la zona más occidental, lo que es conocido por su bello paisaje como el "Serenguetti español", nos encontramos con una finca de gran solera, rodeada de dehesas. El sobrio paisaje, poblado de encinas, contrastaba con la parcela de la vivienda, prácticamente cubierta de praderas de césped. Su propietario pretendía integrar los alrededores de la casa en el entorno, utilizando especies autóctonas, reduciendo el gasto en recursos hídricos y favoreciendo un mayor ajardinamiento sostenible.
El resultado, obra del paisajista y restaurador de jardines Juan Luis Ruiz de Dyezma, es un conjunto mucho más respetuoso con el medioambiente y en sintonía con los espacios naturales que rodean a la finca. EL jardín en Ciudad Real posee las tinajas de aire rústico, las plantas aromáticas, los arbustos y los rosales cobertores completan los elementos de esta "dehesa ajardinada".
Aquí podemos ver el acceso lateral al porche del jardín en Ciudad Real: optamos por no cubrir en la totalidad el camino de gravilla volcánica, solo 2 m. de anchura para integrar mejor los áridos del entorno y dar mayor naturalidad a este acceso, donde los puntos focales de atención se marcan con unos macetones de terracota envejecida y el carácter del boj (Buxux sempervirens).
Las imágenes nos muestran cómo nos encontramos este espacio y la posterior transformación, una vez llevado a cabo el ajardinamiento paisajístico del mismo, totalmente integrado con el entorno.
Otra panorámica donde se puede observar la transformación sufrida antes y después de la intervención paisajística.
Detalle del original surtidor que abastece al estanque artificial bajo una gran encina.
En esta imagen podemos disfrutar de una vista principal de la vivienda, con los caminos de grava, las isletas de arbustos y una tinaja al fondo.
Las tinajas rotas se reutilizaron como macetones. Éstos nos dan la bienvenida junto con una composición de piedras del lugar.
Panorámica donde la vista se pierde y no sabemos qué elementos vegetales están dentro del jardín y cuáles no (las encinas del fondo no pertenecen a este espacio).
Todo el contorno del espacio ajardinado se delimita con plantas aromáticas y trepadoras como rosales, campsis radicans, falsos jazmines…
Aquí otra instantánea de las isletas y los caminos. La grava volcánica era lo que más parecido al cinabrio (la zona estaba poblada de minas de cinabrio y se pretendía rememorar así el entorno paisajístico). Las especies elegidas van de los juníperos a las aromáticas como la santolina y el tomillo.
Cruzando la puerta de forja y bajando las escaleras, nos encontramos con la piscina, que mantiene el césped original y que está ornamentada con motivos que ya hemos apreciado en otros lugares la finca: las tinajas y las piedras.
Detalle del porche donde se puede disfrutar de un almuerzo al aire libre. La mesa está elaborada en mosaico y las sillas son de forja.
En esta imagen es posible disfrutar de toda la panorámica de la dehesa desde el porche. Alrededor del camino de grava, las isletas se cubren con bérberis y evónimus.
Espectacular puerta que nos da acceso a la piscina. Dos macetones albergan una hiedra que, con el tiempo, tapizará la puerta de forja.
Imagen de la entrada, donde podemos ver isletas de rosales cobertores. Los tubos que apreciamos son los que ayudan a administrar el agua de riego.