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Infantil
En un pequeño y pintoresco pueblo, rodeado de majestuosas montañas y frondosos bosques, vivía un niño llamado Ramsés. Con ojos brillantes y curiosidad insaciable, Ramsés exploraba cada rincón de su mundo con la esperanza de descubrir tesoros escondidos y secretos por revelar. A pesar de su naturaleza alegre, el hogar en el que crecía no siempre estaba lleno de risas y amor.
Los padres de Ramsés, a quienes amaba profundamente, tenían una preferencia marcada por la diversión y las celebraciones. Casi como si estuvieran cautivos por el deseo de vivir cada momento como si fuera una fiesta, se adentraban en una vorágine interminable de eventos sociales y placeres momentáneos. A menudo dejaban a Ramsés a su suerte, anhelando su atención y buscando un cariño que rara vez recibía.
A medida que Ramsés crecía, comenzó a notar la falta de interés de sus padres en su vida. Sus momentos de alegría y logros pasaban desapercibidos mientras sus padres se perdían en la fiesta tras fiesta. La tristeza que Ramsés llevaba en su corazón comenzó a crecer, como una semilla de abandono que parecía no tener forma de florecer.
La vida de Ramsés cambió cuando su abuela América, una mujer sabia y amorosa de cabellos plateados y sonrisa cálida, llegó a su vida como un regalo del destino. Al ver la situación de su nieto, América tomó la decisión de llevarlo a vivir con ella. Ramsés se sintió como si hubiera encontrado un refugio seguro en medio de la tormenta de incertidumbre que vivía en casa.
En el hogar de América, Ramsés encontró un oasis de amor y cuidado. Juntos compartían tardes en la cocina preparando deliciosas comidas, se aventuraban en el jardín para cuidar de las flores y los árboles, y pasaban noches inolvidables llenas de cuentos y risas. América escuchaba a Ramsés con paciencia y ternura, brindándole la atención y el amor que anhelaba.
A pesar del amor que Ramsés encontró con su abuela, el vacío dejado por la ausencia de sus padres todavía se hacía sentir en su corazón. Observaba a otros niños disfrutar de la compañía y el amor de sus padres, y una profunda tristeza se apoderaba de él. Se preguntaba por qué sus padres no podían estar allí para él, por qué no podían preocuparse por su bienestar y estar presentes cuando lo necesitaba.
La abuela América notó la lucha interna de Ramsés y, con su sabiduría, lo guió hacia una conversación con sus padres. Los padres de Ramsés regresaron a su vida, pero en lugar de un cambio positivo, continuaron sumidos en sus viejas costumbres de búsqueda constante de diversión.
A pesar de sus esfuerzos, los padres de Ramsés no mostraron un verdadero cambio en su actitud. Ramsés, armado con su valentía y las enseñanzas amorosas de América, les hizo una pregunta conmovedora: “¿Me aman, mamá y papá?. Las lágrimas se agolparon en los ojos de Ramsés cuando sus padres, con la honestidad del corazón, reconocieron su ausencia y falta de amor hacia él
Con lágrimas en los ojos, Ramsés respondió: “Los amo, pero mi verdadero hogar está con América, donde siempre me cuidan y quieren. Aunque sus padres habían regresado, Ramsés había encontrado en América el amor, el cuidado y el hogar que tanto anhelaba.
Con el tiempo, los padres de Ramsés entendieron el impacto de sus acciones y comenzaron a darse cuenta de los momentos preciosos que habían perdido en la vida de su hijo. América siempre estuvo allí para Ramsés, amándolo y apoyándolo en cada paso del camino. Ramsés creció rodeado de amor y comprensión, sanando las heridas que sus padres habían causado.
A medida que Ramsés crecía, el vacío en su corazón comenzó a sanar. Aprendió a valorar el amor y la familia en todas sus formas, encontrando apoyo en sus amigos y en el cálido abrazo de su abuela. Aunque sus padres enviaron cartas expresando remordimiento, Ramsés había encontrado en América su verdadera familia. La historia de Ramsés es una lección sobre la importancia de estar presente y comprometido en la vida de nuestros seres queridos, especialmente de los niños. También nos recuerda que el amor y la familia pueden trascender los lazos de sangre y encontrarse en lugares inesperados. Y, sobre todo, nos enseña que la sanación y la felicidad son posibles incluso después de haber experimentado momentos difíciles en nuestra infancia.
Para recibir apoyo emocional u orientación, las personas estresadas, tristes o con alteraciones emocionales pueden llamar a la Línea de la Vida al 800 911 2000 o visitar el sitio web dando clic en el siguiente botón:
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Línea de la Vida – Gobierno Mexicano