Tipos de suelo en el jardín

¿Cuál es el suelo ideal? ¿Qué tipo de suelo debo tener en mi jardín?

Solemos pensar qué plantas queremos tener en nuestro jardín antes de plantarlas, pero debemos tener en cuenta con anterioridad a la plantación, el tipo de suelo con el que contamos. Esta decisión es muy importante en jardinería, ya que el suelo debe adecuarse a las plantaciones que queramos en nuestro jardín.

Los tipos de suelo

Los tipos de suelo se ven determinados por las siguientes características:

Físicas: textura, estructura, porosidad, color y temperatura.

Químicas: Ph y salinidad.

Biológicas: materia orgánica del suelo.
La característica física más importante que debemos tener en cuenta a la hora de elegir un suelo es la textura. Ésta, nos dará las peculiaridades del suelo en función del tamaño de sus partículas, a partir de 2mm de tamaño se encuentran los siguientes suelos:

Arenosos: No tienen buena capacidad de retención de agua y nutrientes, pero, tienen una buena aireación, drenaje y son ligeros.

Limosos: Si forma una buena estructura favorecerá las relaciones aire/agua y por tanto su fertilidad.

Arcillosos: Retienen muy bien el agua y los nutrientes, pero son muy pesados y suelen tener mala aireación y drenaje.

¿Cómo analizamos la textura del suelo?

Existen varias clasificaciones de texturas, pero la más común es el diagrama triangular. Se encuentran los tipos de partículas en los extremos y agrupa los suelos según el porcentaje de componentes que contenga.

¿Cuál es la mejor textura para el suelo?


Los mejores suelos para jardinería son los denominados francos, se encuentran en el centro del diagrama porque son una mezcla equilibrada entre arena, limo y arcilla. Es una tierra ligera, aireada y permeable, que retiene bien el agua y los nutrientes.

A pesar de que estos suelos sean los óptimos para nuestro jardín, elegiremos el tipo de tierra en función de las necesidades que posea el cultivo que queramos plantar y, por supuesto, del clima en el que nos encontremos.

Otra de las características a tener en cuenta son las químicas en concreto el pH y la salinidad.

El pH nos indica el grado de acidez del suelo, dependiendo de esto encontraremos más o menos nutrientes esenciales o toxicidad de otros elementos. Según su valor podemos hacer la siguiente clasificación de suelos: neutros, básicos o alcalinos.

La salinidad del suelo está determinada por la cantidad de sales solubles. Tiene que estar equilibrado para que no impida la absorción de agua de las raíces y por tanto dificulte el desarrollo de las plantas.

Si conocemos el suelo que tenemos en el jardín, podremos adecuar la plantación en función a sus características. Es importante realizar enmiendas con las que mejorar el suelo, pero siempre tenderá a su estado natural, por esta razón desde UNJARDINPARAMI aconsejamos conocer bien el escenario sobre el que actuar, como previsión a todas las variables que puedan aparecer.

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