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En un pequeño rincón de la ciudad, se encontraba el hogar de Izchel, una niña de corazón curioso y mirada brillante. Con rizos oscuros que enmarcaban su rostro y ojos llenos de pasión, Izchel era un alma creativa que se sumergía en mundos de fantasía en cada rincón de su mente. Sin embargo, algo sombrío empañaba sus días de asombro y aventuras: la falta de filtros en el contenido que los niños consumían.
Desde temprana edad, Izchel notó cómo la música, las series y las redes sociales presentaban mensajes y escenas que no encajaban con su sensibilidad. Las letras explícitas y los ritmos del reggaetón parecían estar en todas partes, incluso cuando ella prefería melodías alegres y significativas. Las series de televisión, por otro lado, abordaban situaciones adultas y diálogos inapropiados, dejándola preguntándose por qué no podía simplemente disfrutar de historias que reflejaran su realidad de niña.
Sin embargo, lo que más la afectaba era la indiferencia de los adultos, incluidos sus propios padres. Sentía que no entendían cómo ese contenido podía influir en su mente en desarrollo. Cada vez que intentaba expresar sus preocupaciones, se topaba con respuestas evasivas o con la frase es solo entretenimiento.
Un día, harta de sentirse así, Izchel decidió tomar cartas en el asunto. Se sentó en su escritorio y comenzó a redactar una carta para sus padres. En ella, compartió sus sentimientos, deseos y preocupaciones. Les explicó cómo ciertas canciones, programas y publicaciones en línea la hacían sentir incómoda e insegura. Les pidió que consideraran su perspectiva y se unieran a ella para encontrar soluciones que fueran apropiadas para su edad y desarrollo.
Después de leer la carta de Izchel, sus padres sintieron una mezcla de sorpresa y admiración por la profundidad de sus sentimientos. Decidieron sentarse con ella y escucharla con el corazón abierto, dispuestos a comprender. Izchel les habló sobre su anhelo de consumir contenido que la hiciera sentir bien y que reflejara su vida de niña.
Juntos, trazaron un plan. Investigan programas y películas adecuados para su edad que contaran historias emocionantes sin contenido inapropiado. También exploraron alternativas musicales que se alinearan con los valores de Izchel y le permitieran disfrutar de la música sin sentir incomodidad. Además, establecieron límites en el uso de las redes sociales y monitorearon el contenido que consumía en línea.
Con el tiempo, Izchel comenzó a sentirse más empoderada y valorada. Sus padres le demostraron que sus opiniones y sentimientos eran importantes, y que estaban dispuestos a tomar medidas para proteger su bienestar. Juntos, exploraron un mundo de entretenimiento que enriquecía su mente y alma sin exponerla a contenido inapropiado.
Inspirada por su propia transformación, Izchel decidió formar un grupo en su escuela. Junto con sus amigos, crearon un espacio donde los niños podían compartir sus inquietudes sobre el contenido que consumían. Juntos, trabajaron para promover la conciencia sobre la importancia de filtrar el contenido dirigido a los niños. Organizaron charlas en la escuela y eventos para padres, educando a todos sobre cómo el entretenimiento puede moldear la perspectiva de un niño y la importancia de la moderación.
A medida que pasaba el tiempo, la voz de Izchel resonaba cada vez más en su comunidad. Gracias a su valiente liderazgo y determinación, más padres y cuidadores comenzaron a prestar atención al contenido que consumían sus hijos. El mundo del entretenimiento comenzó a cambiar, ofreciendo opciones más conscientes y apropiadas para los niños. Izchel demostró que incluso una niña podía ser un agente de cambio positivo, contribuyendo a crear un mundo en el que los niños pudieran disfrutar de su infancia sin ser expuestos a contenido perjudicial.
La historia de Izchel sirvió como recordatorio de que los niños tienen una voz valiosa y sus preocupaciones deben ser escuchadas y tomadas en cuenta. Su viaje hacia un mundo con filtros no solo transformó su propia experiencia, sino que también inspiró a otros a tomar medidas para proteger la inocencia y el bienestar de la niñez en la era digital. Su historia resplandecía como un faro de esperanza, guiando a padres, cuidadores y niños hacia un futuro en el que la protección y el respeto por la infancia fueran una prioridad.
Para recibir apoyo emocional u orientación, las personas estresadas, tristes o con alteraciones emocionales pueden llamar a la Línea de la Vida al 800 911 2000 o visitar el sitio web dando clic en el siguiente botón:
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Línea de la Vida – Gobierno Mexicano