La Echeveria setosa es una planta perenne originaria de México que pertenece a la familia Crassulaceae. Posee numerosas hojas gruesas, de aspecto suculento, cubiertas por una fina pelusilla blanca, las cuales se distribuyen en forma de roseta. El conjunto rara vez sobrepasa los quince centímetros de alto. Puede cultivarse tanto en jardines (en rocallas es común verlas) como en tiestos o macetas.
Durante la primavera surgen de la roseta basal largos tallos florales, de entre quince y veinte centímetros, con hojas más pequeñas distribuidas en forma alternada, en el extremo de los cuales aparecen unas hermosas flores amarillo-anaranjadas (acampanadas o también ovoides, dependiendo de la variedad, pero siempre de cinco pétalos) reunidas en inflorescencias de tipo cima (de distribución helicoidal y algo arqueadas).
Prefiere ubicaciones donde haya sol pleno pero admite la media sombra. No le agradan las temperaturas extremadamente bajas. Aunque por su calidad de suculenta resiste bien las sequías, el riego debe ser abundante durante el verano y más espaciado en el resto de las estaciones; el agua conviene que la absorba por la base porque no es bueno mojar las hojas, dado que los minúsculos pelos retienen las gotas y esto puede provocar que se pudran; tampoco debe acumularse en la unión del tallo subterráneo y las hojas.
Se suele abonar cada mes durante los meses cálidos, en otoño e invierno no es preciso. Se reproduce mediante semillas pero es más común conseguir nuevas plantas mediante esquejes de hoja o por separación de las rosetas basales que van surgiendo alrededor de la primigenia y que miden usualmente entre ocho y quince centímetros de diámetro, los nuevos ejemplares enraízan con facilidad en un sustrato de tierra mezclada con arena en partes iguales.