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En el final amargo, Lucas y Mateo enfrentaron el desafío final: dejar ir.
La ciudad parecía envuelta en una niebla melancólica mientras Lucas y Mateo se enfrentaban al desafío final que les aguardaba. Los edificios altos se alzaban en la distancia, como guardianes silenciosos de los secretos y las emociones que habían estado en juego durante tanto tiempo. Las luces de la ciudad brillaban tenues, como estrellas parpadeantes que iluminaban un camino incierto.
Lucas y Mateo se encontraban en el lugar que una vez había sido testigo de su amor y su deseo de venganza. Ahora, era un reflejo de la sombra que se había posado sobre sus vidas. El aire estaba cargado de una mezcla de tristeza y resolución mientras enfrentaban el momento final.
— Ha llegado el momento de dejar ir — murmuró Lucas, su voz llena de determinación.
Mateo asintió, sus ojos oscuros reflejaban una mezcla de tristeza y aceptación, sabía que Lucas era lo único que le quedaba, sin dinero, sin empresas y sin familia, se sentía traicionado por Lucas, pensaba que no era justo que lo dejara cuando más le necesitaba, pero en el fondo sabía que no podía obligarle a quedarse cuando él era el responsable de su sufrimiento y de la perdida de su propia madre.
— No puedo, no quiero, pero lo acepto — pudo decir en un tono bajo, en medio del llanto y desolación que le causaba la partida de Lucas.
El ocaso de su amor oscuro estaba ante ellos, y aunque habían compartido momentos de pasión y dolor, sabían que era hora de separarse y enfrentar el futuro por separado.
— La venganza nos ha dejado cicatrices profundas —, continuó Lucas, su mirada perdida en el horizonte —Pero también hemos aprendido lecciones dolorosas en el camino.
Mateo cerró los ojos por un momento, suspirando mientras recordaba los momentos que habían compartido y las decisiones que habían tomado — El precio más alto, más que el dinero y mi vida, es el perderte.
El silencio se apodero de ellos, de la habitación e incluso de la ciudad, parecía que la misma ciudad había quedado devastada por la separación, este era el desafío final: decir adiós. Sus caminos se separarían, llevando consigo el peso de las decisiones que habían tomado y las consecuencias que habían enfrentado.
— Es hora de seguir adelante y encontrar nuestra propia redención — dijo Lucas con una determinación tranquila, mientras termina de tomar sus cosas y emprender camino.
Mateo asintió, una expresión de tristeza en su rostro mientras se preparaba para enfrentar el camino que tenía por delante — Tal vez, en algún lugar, podamos encontrar la paz, aquella que te he robado por mi venganza.
— Eres mi paz, mi todo y por ello debo dejarte ir — agregó Lucas.
Sus miradas se encontraron en un momento de entendimiento silencioso. Aunque el amor que una vez los unió había quedado empañado por la venganza y las circunstancias, todavía había un rastro de cariño y respeto entre ellos.
— Adiós, Mateo — murmuró Lucas, su voz temblorosa pero firme.
— Adiós, Lucas — respondió Mateo con una voz que se perdía entre el llanto.
Mateo quedo sentado, en aquel callejón que vio todo nacer, viendo como el amor de su vida se perdía en la inmensidad de la ciudad, quedó ahí, invadido por la tristeza y soledad de perderlo todo y a todos por una venganza.
Sus caminos se separaron, jamás supieron uno del otro.
Mateo se perdió entre la oscuridad de su corazón hasta tener un fatídico final.
Lucas, sin embargo, vivió feliz, con una misión de vida cumplida y listo para disfrutar de la libertad que el termino de su venganza le había dado.
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