(Imagen/ Flickr: gabofr)
¿Tienes una parcela de tierra desaprovechada en casa y no sabéis qué hacer con ella? El huerto es la mejor alternativa.
Les proponemos una solución que no podréis rechazar, convertirla en un huerto. Les vamos a ayudar a hacerlo y así, a la vez que disfrutáis, degustaréis unas extraordinarias hortalizas que nada más ser recolectadas irán a parar a vuestras mesas.
Para comenzar a sembrar en el huerto, lo primero que tenemos que hacer es tratar el suelo: comenzaremos por roturarlo. Es un proceso imprescindible para poder cultivar, ya que cuando los terrenos están desatendidos se llenan de hierbas. Esto ocurre, sobre todo, en zonas de temperaturas cálidas.
Acaba con las molestas hierbas
La labor de adecuar nuestros suelos requiere constancia, ya que, a pesar de resultar fácil es preciso dedicarle tiempo y esfuerzo.La azada, hoz o guadaña son los instrumentos que necesitamos, pero teniendo cuidado con las plantas de tallos grandes y firmes que los pueden estropear. Una vez arrancadas conviene quemar los restos y esparcir las cenizas, para aportar potasio al terreno.
(Imagen/ Flickr: gsuvahe)
Para sembrar los vegetales correctamente es recomendable sentar ciertas bases. No es suficiente plantar las semillas y que broten. Por ejemplo, no podemos tratar lechugas en suelos sin roturar porque las malas hierbas las oprimirán y no se desarrollarán.
Desfonda en zanjas
Es una tarea necesaria para lograr un rendimiento óptimo del suelo. La mejor manera de hacerlo es con la ayuda de una pala y a conciencia, para que el resultado sea favorable y evitar la regeneración de hierbas. Puede realizarse en cualquier terreno.
Lo primero que haremos es distribuir la superficie para cavar distintas zanjas. Antes de comenzar a perforar la primera, reservamos una lámina de césped y, una vez excavado el área (la profundidad será la de la pala), repetimos la misma operación en la zanja de al lado.
Con la tierra extraída de la segunda, mezclada con el césped, rellenamos el hueco de la primera. Así sucesivamente hasta que, completado el proceso en toda la superficie, la última zanja se cubra con lo sacado de la primera.
La razón de combinar la hierba con la tierra es que, de este modo, el suelo está acolchado, libre de raíces y, en definitiva, preparado para cultivar en él. Si estamos trabajando en una zona seca, donde no hay césped, en su defecto podemos usar estiércol.
(Imagen/ Flickr: Pablo)
Mueve la tierra
Es preciso que esta labor se realice al menos una vez al año, cuando el huerto es reciente, y de manera superficial.La herramienta más adecuada es una pala en punta. Las de mango largo son las más adecuadas, pero los aparejos necesarios dependerán del tipo de suelo.
Así, usaremos por ejemplo un pico si éste es de extrema dureza; una pala cuadrada, normal, es la recomendada para perforaciones precisas y una horca será idónea para la perfecta penetración del estiércol.
Con un poco de maña y una buena dosis de paciencia, lograréis unos excelentes suelos listos para cultivar las más variadas y suculentas verduras.