Cómo cultivar un huerto

Con la horticultura pasa una cosa curiosa: hay tantísimos libros que hablan del tema con tanta profundidad que cuando uno recurre a ellos para intentar aprender cómo cultivar un huerto acaba convencido de que es un tema complicadísimo y no lo va a conseguir.

Efectivamente, se pueden escribir auténticas enciclopedias sobre horticultura, y uno podría dedicar su vida entera a estudiar la biología de las plantas, insectos y hongos que pueblan un huerto y aún así no lo sabría todo. Pero te puedo asegurar que lo mínimo que hace falta saber para iniciarse con éxito en este hobby cabe en un post.

Ni mucho menos pretendo decir que no merezca la pena leer libros especializados si uno quiere aprender en profundidad, ni pretendo menospreciar el valor de todo el trabajo que muchos expertos han plasmado en sus páginas. Lo que sí digo es que uno puede comenzar a disfrutar de su propio huerto sin necesidad de todo ese conocimiento.

En primer lugar porque uno puede sencillamente no ser ni querer ser una eminencia y tener plantadas en su casa unas lechugas estupendas, y en segundo lugar porque la mejor manera de aprender las cosas es haciéndolas.

Cultivar unas cuantas lechugas en tu jardín no tiene mucho misterio

Montar en bici y el momento angular

¿A que pudiste aprender a montar en bicicleta sin saber lo que era el momento angular? Sin embargo es eso lo que te mantiene en equilibrio. Si hiciera falta entender la física que gobierna el equilibrio de una bicicleta para poder montarse y pedalear, no te hubieran dejado subir en una por lo menos hasta segundo de BUP.

Todo lo que explico en este post sobre cómo cultivar un huerto es lo que en inglés llaman un rule of thumb, es decir, algo que resulta útil y de lo que te puedes fiar en la mayoría de las situaciones aunque no es del todo exacto o completo.

Uno puede conseguir muchas cosas con poquito conocimiento. Y si es consciente de que está haciendo las cosas a ojímetro tendrá criterio para darse cuenta de cuándo su rule of thumb se ha quedado corta y tiene que recurrir a la enciclopedia.

Por cierto, tratándose de cómo cultivar un huerto, la mejor enciclopedia que hay es el foro de infojardin.com. Te recomiendo que consultes ahí cuando tengas algún problema concreto. Hay toda una comunidad de gente dispuesta a ayudar.

La vida puede ser más sencilla

Si hablas con algún aficionado entusiasta y le pides que te explique cómo cultivar un huerto llegarás a la conclusión de que necesitas:

Construir unos bancales elevados

Instalar tres composteras en fila de un metro cúbico cada una

Criar lombrices en tu cocina

Instalar un “hotel para insectos” junto a tu huerto

Instalar un gallinero con ruedas para ir desplazándolo por todos los bancales

Instalarte un invernadero calefactado para cobijar semilleros

Recolectar y conservar semillas de tus plantas

Intercambiarlas con otros aficionados a través de internet
Sí, hay gente que hace todo eso y más, y todo resulta interesante. Ahora bien, ¿es imprescindible? Ni mucho menos.

Haz tu huerto versión 1.0

Iniciarse con éxito en esto de cultivar un huerto es muchísimo más fácil que montar todo ese tinglado. Basta con preparar un trozo de tu jardín con tierra adecuada, poner semillas o incluso plantones que hayas comprado, regarlo y cuidarlo un poco hasta poder cosechar los frutos. Con el tiempo, si te aficionas y te apetece, ya te meterás en alguno de esos follones o incluso en todos ellos.

De momento ponte con la versión 1.0 y a hacer las cosas de la manera más sencilla posible, pero eso sí, bien hechas.

1. ¿Dónde pongo el huerto?

La mayoría de nosotros no tenemos una casa tan grande como para tener este tipo de dilemas. Lo más normal es que nuestra casa nos ofrezca una o como mucho dos posibles localizaciones para cultivar un huerto.

Si tienes más de una opción la elección es simple: donde haya más horas de sol. ¿Que ahí es precisamente donde más te gusta sentarte con un buen libro y una cerveza a tomar el sol? Pues entonces está claro, ponlo en el otro sitio, lo importante es disfrutar de todas las posibilidades que nos ofrece nuestro jardín, no tener el huerto más soleado de España, ¿no?

Si en tu casa no tienes un gran jardín y sólo hay un sitio posible para tus plantas que no te parece muy adecuado, no te pongas la venda antes de la herida. Planta tu huerto y luego comprueba los resultados. Si lo que tienes es un rinconcito con unas pocas horas de luz habrá plantas, como los pimientos por ejemplo, que no alcancen su máximo esplendor ya que necesitan mucho sol, pero podrás cultivar lechugas y otras muchas cosas.

Siempre hay unas cuantas especies que se adaptan bien a las condiciones que les puedes dar. Experimenta, comprueba los resultados y acabarás sabiendo cuáles son.

2. La Tierra

Las plantas de tu huerto van a necesitar desarrollar sus raíces en una tierra húmeda y bien llena de nutrientes. Prepara en tu jardín la zona que vayas a plantar con al menos 30 cm de profundidad de tierra suelta y con mucha materia orgánica (caca, por si no estabas familiarizado con el término).

Lo más probable es que la tierra donde vayas a poner tu huerto no sea lo suficientemente rica y esté demasiado compacta. Si es así, coge una azada y cava hasta que hayas conseguido esos 30 cm de tierra suelta y sin terrones. Y si retiras la mitad con una pala y la sustituyes por estiércol de caballo, mejor todavía. De hecho añadir estiércol es algo que deberías hacer cada año al menos una vez.

Si optas por utilizar sólo tierra nueva, ya sea cavando y retirando toda la tierra del suelo ó haciendo un bancal elevado, entonces te recomiento una mezcla a partes iguales de “sustrato universal” y estiercol de caballo. O si lo prefieres también puedes utilizar parte de la tierra que había y poner 1 parte de tierra “mala”, 1 de sustrato universal y 2 de estiércol. Cualquiera de estas opciones es válida.

Puedes cultivar tu huerto en un bancal elevado o plantar en el suelo, lo que prefieras siempre que tengas ese mínimo de 30 cm de profundidad de tierra en condiciones. Cultivar en bancales elevados tiene muchas ventajas, pero ahora no estamos para grandes proyectos. Ahora se trata de hacer tu primer huerto de la manera más sencilla posible. Eso sí, si haces bancales elevados no te escaquees de coger la azada y soltar un poco la tierra original (unos 10 cm) antes de llenar el bancal, será mejor así.

Cultivar un huerto no es un máster en bioquímica, olvídate por ahora de hacer análisis de la composición química del suelo, mediciones de pH, bolitas de nitrógeno, fósforo, potasio, bentonita, perlita, dolomita, o cualquierita.

Cuando se trata de la composición del suelo, a largo plazo todos los problemas tienen la misma solución: añadir materia orgánica una y otra vez: compost, excrementos de gallina, oveja, caballo, lombrices, etc. De momento, como queremos mantener todo lo más sencillo posible, compra sacos estiércol de caballo y tira millas.

Una vez hayas preparado la tierra, puedes coger tu azada, ponerle un lazo y regalársela al primero que veas. Nunca más la vas a usar. Sí, lo sé, la mayoría de la gente cree que esto de cultivar un huerto es un tema de mucho cavar y dejarse la espalda, pero no es así. ¡Ojo! Esto sólo es verdad si te aseguras de:

No pisar nunca el suelo cultivado

Añadir materia orgánica abundante a la tierra al menos una vez año

Tener algo plantado siempre o el suelo cubierto con mulch (hojas o madera triturada)

2. Las plantas

Como te decía antes, hay gente que recolecta, conserva e intercambia semillas con otros aficionados e incluso bancos de semillas cuyo propósito es perpetuar las especies autóctonas y ancestrales de cada lugar, lo cual, dicho sea de paso, me parece una gran idea y muy necesario. En el otro extremo están las personas que van al garden center de turno, compran unos cuantos plantones y ni se les pasa por la cabeza comprar semillas.

Todas las opciones son válidas. Mi recomendación para tu primer huerto es que vayas a una tienda de jardinería cerca de tu casa, cuanto más local sea el negocio y la clientela mejor, y compres unos cuantos plantones. Si estás leyendo este post es porque nunca has plantado un huerto, por lo que lo más probable es que no sepas qué plantas crecerán bien en el tuyo, así que mi consejo es que cojas un poco de todo.

Si la tienda donde estás comprando es un negocio con clientela local, puedes estar seguro de que los plantones que tienen a la venta están ahí precisamente porque el público local los compra. Y el público local no los compra por casualidad, sino porque en la zona esas plantas prosperan bien. Así que es bastante razonable tomar esas especies como punto de partida para empezar a experimentar. Tardarás poco en ver qué plantas crecen bien en tu huerto y cuales no.

Hay algunas plantas, no obstante, que tendrás que cultivar sembrando directamente las semillas en la tierra del huerto. Normalmente todas las que son raíces comestibles, como rábanos, zanahorias, patatas y algunas otras.

¿Cuántas plantas pongo?

Conviene no dejar mucho suelo descubierto entre planta y planta, ya que en el suelo expuesto al sol es donde germinan las malas hierbas y por donde se pierde más humedad, así que coloca tus plantas con la menor separación posible.

Como norma general (ya sabes que en este post todo son recomendaciones muy generales) deja un palmo entre las plantas medianas como las lechugas, remolachas, acelgas y cosas por el estilo. Si pones tomateras, o berenjenas, deja un par de palmos entre ellas (en medio puedes poner lechugas o plantas bajas). Y entre cosas pequeñas como zanahorias ó rábanos, con un par de dedos va que chuta.

Las plantas rastreras como las calabazas o melones requieren mucho más espacio, pero puedes plantar sólo una dejando un par de palmos vacíos alrededor y dejar que vaya conquistando los huecos entre las demás plantas del huerto. De todas maneras, siendo la primera vez que vasa a cultivar un huerto yo no me complicaría con plantas como esas, no por que sean difíciles de cultivar sino por lo grandes que se ponen.

Aparte de los plantones que cojas, te recomiendo que compres semillas de rábanos y que los siembres en los huecos que dejes entre las otras plantas. Los rábanos germinan en pocos días, y en un mes y pico los puedes empezar a recolectar y comer. Ocupan poco y sus hojas le darán sombra al suelo (recuerda que cuanto menos suelo esté expuesto directamente al sol mejor). Además están muy ricos, son fáciles de cultivar y serán un primer éxito que te animará a seguir.

A estas alturas ya habrás captado una pista de lo que es la combinación de cultivos. No pongas todas las plantas del mismo tipo juntas, cultivar un huerto no es como montar un supermercado. Combina plantas de diferentes especies unas al lado de las otras, así aprovecharás mejor el espacio y además eso reduce el ataque de plagas. Cuanto más desorden mejor.

Si pones tomateras, por ejemplo, poda las ramas inferiores para dejar espacio a lechugas ó rábanos. Tendrás varias especies ocupando muy poca superficie de suelo pero no se pelearán por el mismo espacio, debido a la gran diferencia de altura. Este ejemplo es extensible a otras combinaciones.

4. Cosechar

Cada planta tiene su momento de cosecha y, salvo algunas excepciones, te será fácil saberlo a simple vista. Sólo quiero darte una recomendación sobre esto: cosecha cuando vayas a comer. Es decir, si hoy no vas a comer lechuga, deja la lechuga plantada. Ahí se conservará mucho mejor que en la nevera, te lo aseguro. Lo mismo te digo de los tomates o cualquier otro fruto: donde mejor están es en la planta.

En el supermercado encontrarás hortalizas y frutas que no saben a casi nada porque no han madurado en la planta sino en el camión, el avión o la cámara, o yo que sé dónde y cómo. Si tienes huerto tienes el privilegio de comer hortalizas maduras de verdad y recién cosechadas, no te lo pierdas.

Tampoco esperes grandes experiencias gastronómicas y explosiones de sabor, que aunque un tomate maduro y recién cogido esté riquísimo, no deja de ser un simple tomate.

Insisto: no coseches hoy algo para guardarlo unos días en la nevera hasta que lo necesites para comer. Cuando te pongas a preparar la comida, te pasas por el huerto y coges lo que necesites.

4. El riego

Otra cosa que mucha gente da por hecho es que para tener huerto hay que poner riego automático. Una vez más, resulta muy útil pero no es imprescindible. Es más, el riego automático también tiene sus inconvenientes, empezando por el dinero nada despreciable que se va en programador, tubos, uniones y goteros.

Mi recomendación para tu huerto 1.0 es que te compres una manguera con un difusor tipo ducha y rieges a manita. Incluso una simple regadera te sirve, y además tiene la ventaja de que eres más consciente de cuánto estás regando, aunque si tu huerto es grande puede ser un poco pesado regar todo a base de rellenar y vaciar la regadera una docena de veces.

Regar a mano tiene la ventaja de que mientras riegas pasas revista a todo el huerto, y eso lo haces cada dos o tres días (en época de calor, a diario) y tendrás las malas hierbas y los posibles invasores bien vigilados. Además de que es más fácil controlar qué zonas se riegan más o menos que otras en función de la necesidad de las plantas.

Ya sabrás, y si no te lo digo yo, que es mejor no regar en las horas de más calor ya que se pierde más agua por evaporación. Personalmente me gusta salir a regar temprano por la mañana, pero tampoco lo tomes como una pauta a seguir. Riega cuando te apetezca para mantener el suelo húmedo (que lo notes fresco al escarbar con la mano) y evitando las horas centrales del día. Punto.

Riego por goteo

Si te decides por instalar un sistema de riego automático, puede ser tan simple como un aspersor o dos con un programador, si con eso se riega bien todo el huerto. Pero lo más indicado es el riego por goteo, ya que se deperdiciará mucha menos agua (¡anda que no es difícil hacer que un aspersor riegue un rectágulo sin salirse!) y al regar más despacio se repartirá la humedad de manera más homogénea.

Hay quien opina que lo más recomendable es poner el riego de manera que haya un gotero justo al lado de cada planta. Yo discrepo de esta teoría. Creo que es mejor distribuir los goteros por todo el huerto de forma más o menos homogénea y que las plantas desarrollen las raíces necesarias para ir a buscar el agua.

Si hay que poner un gotero al lado de cada planta, ¿tengo que cambiar los goteros de sitio cada vez que quito una planta y pongo otra? ¿pongo las plantas siempre en el mismo sitio? Además, cada planta tiene distintas necesidades de agua, ¿pongo más goteros cerca de las plantas que consumen más agua? Y ya que nos ponemos ¿pongo un gotero al lado de cada rábano? No lo veo, qué quieres que te diga.

No te olvides de proteger el programador de las heladas o asegurarte de se queda sin agua dentro, si no, cuando se congele el agua te lo romperá y es la pieza más cara de todo el montaje.

Conviene no tirar la regadera ó manguera a la basura si pones riego automático, ya que te vendrá bien para darle un riego extra a alguna zona si ves que lo necesita.

Riego subterráneo

Algo que me parece muy interesante, aunque no lo aconsejo para tu primer huerto, es intentar regar desde abajo, es decir, que el agua vaya directamente a una profundidad de unos 10 cm y no se moje la superficie. Esto lo puedes conseguir de distintas maneras sin enterrar necesariamente el tubo de riego, aunque hay en el mercado tubos especiales para ponerlos enterrados.

Una manera sencilla de regar desde el subsuelo.
Esta práctica tiene la ventaja de que no se pierde nada de agua por evaporación. La capa superior del suelo estará seca y hará de capa protectora para el subsuelo. Si no lo acabas de ver haz el siguiente experimento y te convencerás:

Coge dos recipientes transparentes de medio litro más o menos y llénalos de tierra, importante que sea tierra sacada del mismo sitio (un saco de tierra recién comprado, por ejemplo, o un puñado cogido del suelo) para que tenga aproximadamente la misma humedad. Llena uno de los recipientes hasta arriba y el otro llénalo hasta un par de dedos por debajo del borde. Luego termina de llenar el segundo recipiente con tierra ó arena totalmente seca.

Espera una semana o dos y mira ver cual de los dos recipientes tiene la tierra más húmeda. Sin duda, el que tiene el “tapón” de tierra o arena seca estará más húmedo, porque la humedad no tiene por donde escaparse. Si esperas tiempo suficiente se secará igual, pero tardará muchísimo más. Haz la prueba y lo verás.

Otra ventaja de esta práctica es que como la superficie del suelo está muy seca, les será más difícil germinar a las semillas de malas hierbas que te pueda traer el viento.

También tiene su parte mala, como te habrás imaginado, y es que la superficie estará tan seca, sobre todo en verano, que será imposible que germine ninguna semilla de las que pongas tú, e incluso a los plantones que plantes les costará salir adelante. Tendrás que estar muy pendiente y regarlos a diario (de manera localizada, digamos) hasta que sus raíces ya puedan llegar a la capa húmeda (lo cual por cierto, tampoco me parece fácil de saber si ha ocurrido o no).

Fastidia mucho poner semillas en tu semillero (luego hablamos de eso), estar regándolas durante un par de meses, ver nacer tus plantoncitos y emprezar a hacerse grandes y luego ponerlos on todo el mimo en el suelo del huerto una mañana de Julio y esa misma noche verlos convertidos en una especie de papel de fumar verde arrugado y agonizando como un pez en el desierto.

5. El ciclo de la vida

Es posible que estés pensando que si no pones riego automático cuando te vayas de vacaciones el huerto se secará. Y es cierto que si abandonas el huerto tres semanas en pleno julio ó agosto cuando vuelvas estará hecho una pena. Puedes pedirle a un amigo que te lo riegue ó puedes sencillamente asumir que el inicio de tus vacaciones de verano es el fin de la tempordada de huerto.

Yo desde hace unos años hago exactamente eso. Me dedico al huerto desde mediados de febrero, cuando el invierno empieza a suavizarse. La primavera evidentemente es la época de mayor esplendor. En pleno agosto me tomo unas vacaciones y el huerto se queda abandonado. Cuando vuelvo, eliminio todo lo que no ha sobrevivido, aprovecho las últimas cosechas de lo que sí ha resistido la sequía y empiezo a preparar el otoño con nuevas siembras y otras tareas.

Cuando llega el invierno vuelvo a tener el huerto lleno (o casi) de plantas. Llega un momento en que ya hace un frío que pela y no me apetece más salir al huerto, así que nuevamente lo abandono a su suerte y me dedico a otras cosas. Cuando empiezan otra vez los días de sol pero la mayoría de la gente todavía no está pensando en arreglar el jardín, mi huerto está repleto de lechugas que sembré en otoño y han pasado el invierno resistiendo el frío. Estamos nuevamente a un més de otra primavera, vuelta a empezar.

6.Conclusión

Espero que con esta guía rápida y muy general te hayas quitado de la cabeza la idea totalmente equivocada de que esto de cultivar un huerto es muy difícil, que hay que leerse una docena de libros, dejarse la espalda a base de trabajar la tierra o que hay que gastar un dineral en material, etc, y te animes a empezar con un pasito, modesto pero bien informado, lo que puede ser una caminata de muchos años con la que disfrutes un montón.

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