En este tipo de jardines verticales deberían usarse plantas que requieran poco sustrato, tales como las epifitas, musgos, líquenes, orquídeas, helechos (helecho serrucho) y bromelias, también las llamadas plantas aéreas, que naturalmente aprovechan de soporte a otras especies en lugar de enraizar al suelo.
Además de aportar un valor estético y de contribuir a la sensación de bienestar de quienes las aprovechan por su belleza y colorido, los jardines verticales con sus paredes verdes aportan una gran cantidad de beneficios, como el de recuperar oxígeno, atenuar los ruidos de la ciudad, capturar y limpiar de smog el aire.
Los jardines verticales también neutralizan gases nocivos y atemperan el clima, lo que permite reducir el consumo de energía, especialmente en verano, porque actúa como un sistema de refrigeración natural aislando el calor.