El jardín tropicalde los Sentidos nace del deseo de sus creadores, Elisa y André, por aprovechar el entorno para usar nuestros sentidos: ver el jardín, oler sus aromas y oír los sonidos de la naturaleza, mientras disfrutamos de un rico té, acompañado por tartas caseras. Compartir esto con los demás les animó a embarcarse en esta gran aventura, que culminó finalmente en noviembre del año 2007, cuando este paraíso rural abría sus puertas al público. En este reportaje vamos a realizar un recorrido fotográfico por sus rincones, llenos de armonía y tranquilidad.
Arriba del todo está una de las dos cabañas donde la gente se sienta a tomar té en el jardín tropical. En la parte baja, podemos ver los distintos bancales con muchos tipos de plantas, desde palmeras hasta distintas variedades de cactus. André, uno de los fundadores, es el principal encargado del mantenimiento del jardín, con más de 35 años de experiencia a sus espaldas.
Desde cualquier parte del ‘Jardín de los Sentidos’ podemos encontrar pequeños detalles, como estas vasijas de barro artesanales. Las plantas que se ven en primer término pertenecen a la especie acuática Eichhornia crassipes, conocidas también como Jacintos de agua, que además de adornar el estanque sirven como refugio a los peces.
Desde el punto más alto del terreno se puede ver el río que transcurre por medio del Jardín Botánico. En él encontramos todo tipo de peces tropicales y plantas acuáticas que viven en perfecta armonía. Elisa Maya, una de las responsables, asegura que "algunos de nuestros visitantes dicen estar en el paraíso al verlo por primera vez". Razón no les falta.
Desde el punto más alto del terreno se puede ver el río que transcurre por medio del Jardín Botánico. En él encontramos todo tipo de peces tropicales y plantas acuáticas que viven en perfecta armonía. Elisa Maya, una de las responsables, asegura que "algunos de nuestros visitantes dicen estar en el paraíso al verlo por primera vez". Razón no les falta.
Pasear por este entorno mágico nos lleva a descubrir multitud de rincones donde relajar nuestros sentidos. Entre el árbol de granadas y un platanero hay una pequeña mesita con sus banquetas. Un rincón fresco y sombreado ideal para pasar una tarde de verano, ya sea con nuestra pareja o disfrutando de la charla con un grupo de amigos.
Desde el puente redondo se observa la parte del río por la que fluye un mayor caudal de agua. A la derecha podemos ver uno de los patos que habitan el estanque. Las carpas naranjas no se dejan ver por el reflejo de la tetería en el agua, pero en otras zonas es muy fácil contemplarlas a simple vista, mientras nadan en busca de alimento.
Desde una de las pasarelas que cruza el riachuelo hay ángulos salvajes. Más adelante, cruza un puente construido con bambú, que incorpora un plato de comida para las palomas. Maya asegura que "tenemos más de veinte palomas blancas, familia de otras cuatro que llegaron al jardín hace tres años". El respeto por los animales del recinto es una prioridad para todos.
En el centro del jardín está ‘la casita azul’, un lugar cerrado donde, a través de las ventanas, estás en contacto con el exterior. Arriba hay una terraza desde la que se puede divisar todo el Jardín Botánico. Su interior está decorado siguiendo el estilo Oriental, convirtiéndose en un lugar ideal para disfrutar de un buen té mientras charlamos.
Volar sentado y disfrutar del Mediterráneo. Esta zona es una de las más solicitadas dentro del recinto, como nos relata Elisa Maya "las sillas voladoras son un autentico éxito entre nuestros clientes. Hay gente que hace reservas para tener la posibilidad de disfrutar de ellas". Y es que captar el sonido del agua mientras estamos suspendidos en el aire, no tiene precio.
André y Elisa, los dueños del recinto, organizan también actividades en las que puede participar cualquier huésped. Desde clases de yoga hasta cursos de arreglos florales, el entretenimiento está asegurado. Si además de disfrutar de su impresionante Jardín Botánico, nos apetece conocer los alrededores, tenemos la playa de la Olla a tan sólo 300 metros del recinto, un lugar tranquilo donde poder relajarnos con el agua del Mediterráneo.
‘El Jardín de los Sentidos’ dispone de varias habitaciones con acceso privado y todo tipo de comodidades para hacer nuestra estancia lo más agradable posible. Podemos encontrar nevera, un equipo de música, aire acondicionado y también conexión Wi-fi. El precio de la habitación incluye un apetitoso desayuno con pastas caseras, muchos tipos de café y té, y nuestro periódico preferido. Por supuesto, podemos elegir cualquier rincón para degustarlo.
Otra ubicación para relajarse y tomar un té. El puente principal comunica los dos lados del Jardín de los Sentidos. Al cruzarlo, los olores te atraviesan y entras en la magia de la naturaleza. Los pájaros vuelan y las mariposas revolotean a tu alrededor. Un rinconcito más para perderse solo o en buena compañía, mientras saboreamos alguno de los 50 tés que nos proponen sus dueños.
Todo el jardín está iluminado por la noche de forma natural, utilizando lámparas. Éstas se reparten por distintos puntos, de forma estratégica, para fomentar la presencia de espacios íntimos cuando el sol se oculta tras las montañas. Algunas, como la gran lámpara de fuego, permanecen suspendidas encima del río, creando un bello contraste entre el agua y el fuego.
Todo el jardín está iluminado por la noche de forma natural, utilizando lámparas. Éstas se reparten por distintos puntos, de forma estratégica, para fomentar la presencia de espacios íntimos cuando el sol se oculta tras las montañas. Algunas, como la gran lámpara de fuego, permanecen suspendidas encima del río, creando un bello contraste entre el agua y el fuego.