Siempre hemos tenido gatos en El Terrao. La primera que vino fue Bonita, una magnífica gata siamesa de la que se desprendió un matrimonio roto. La acogimos en El Terrao y aquí se quedó, dejándonos varias camadas.
En la primera, vino Calcetines. También estuvieron Pelón, Pachón, La Guapa, Felipe, Tute, Cucú y su hermana Cucusina, las dos Bolitas, y tantos otros.
Ahora sólo queda, como nuestra, Bolita Negra.
Pero hay más.
Todos son gatos libres, silvestres o asilvestrados, que nos visitan para aprovechar las sobras o robarle el pienso a Bolita. Merodean por nuestra casa cuando saben que los perros están encerrados. Si no, por esos campos, cazando pajarillos y ratones. No los ves, pero están ahí.
No los sientes, pero están ahí.
A veces, los oyes cuando se pelean o cuando entonan su "canto de celo", luego están ahí.
Te enterneces con sus cachorros, que son más fáciles de ver, por insensatos. Seguirán ahí.
Te procupas y apenas cuando dejas de ver a alguno. De vez en cuando, la vida de los gatos es así, alguien deja de estar ahí.
No se relacionan directamente contigo, pero, a su manera, de forma distante pero cercana a la vez, sí que lo hacen. Te observan, te estudian, te conocen, ... aunque no lo parezca, están ahí.
Sí, afortunadamente, seguirán estando ahí.
¡¡ MIAU !!
(Todas las fotografías son originales de RAFAEL RODRÍGUEZ).