El árbol de Jacarandá mimosifolia, de la familia BIGNONIACEAE, de aspecto esbelto, de follaje vaporoso y liviano, es natural de Sudamérica, zonas subtropicales de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay. La palabra jacarandá se deriva del idioma guaraní que significa “fragante” y la palabra mimosifolia, del latín, que significa, hojas como de las de una mimosa. Corrientemente conocido como jacarandá, tarco, palisandro, el árbol puede llegar a medir hasta 30 metros de altura. El jacarandá con flores blancas que presentamos, tiene la corteza compuesta por placas de color grisáceo. Las hojas pequeñas son numerosos foliolos que crecen en ambos lados de los nervios dando a la copa un aspecto como flotante y etéreo. Los frutos son cápsulas leñosas, vainas planas y redondeadas. Las semillas son aladas.
Es una especie utilizada como árbol de alineación, ornamental para parques, avenidas, o calles. Su madera es usada en construcción y ebanistería.
Sus flores pueden ser utilizadas para elaborar vino, variados tipos de licores e incluso almíbar y miel; este árbol mayormente se utiliza y comercializa para ambientar zonas urbanas, debido al color de sus flores y su agradable aroma causa un efecto positivo en las personas a su alrededor.
La especie Jacarandá mimosifolia se reproduce por semilla en regiones con clima subtropical y muy asistido por lluvia durante la época respectiva.
El árbol de jacarandá, destacado por el color azul violáceo de sus flores de forma atrompetada de unos 5 cm de tamaño, se presentan en forma de racimos de unos 25 cm. de largo, llegando a florecer y cubrir completamente todo el árbol antes de la foliación. Además de los jacarandá con flores azul violáceo, existen, los con flores de color rosa, amarillo y blanco que no es muy usual encontrarlos.
Tenemos tiernos pero hermosos ejemplares de jacarandá con flores de color blanco sobre las calles Yupanqui y Arze, al norte de la plaza Cala Cala, Cochabamba, Bolivia.