Los griegos la usaban para adornar las ceremonias matrimoniales, los romanos para las festividades saturnales y los celtas la utilizaban en sus rituales para atraer la felicidad y el amor o espantar a los seres malignos.
Aunque muchos lo confundan con el acebo, el muérdago crece sobre los árboles, sobre todo en especies de tipo caduco y en algunos pinos. Sus frutos son de un blanco translúcido muy llamativo y sus hojas, alargadas y finas, son lisas, delicadas y pálidas. El extracto de esta planta tiene, además, una cantidad importante de principios activos.
El muérdago también es sedante, analgésico, diurético y antiinflamatorio. Eso sí, hay que tener en cuenta que puede ser una planta tóxica, pero para que sus efectos sean negativos deberíamos tomarla en altas cantidades. Sea o no medicinal, es símbolo de la Navidad y la asociamos a la suerte y el amor. Tampoco perdemos nada por creer en su eficacia.