La formicidae, vaya, nuestra hormiga- es un insecto perteneciente al género de los himenópteros y es considerada uno de los grupos zoológicos de mayor éxito. Sí, exacto, de mayor éxito: viven en todo el planeta, excepto en la Antártida y en algunas islas remotas; conforman alrededor del 15-25% de la biomasa de los animales terrestres ?lo cual, para lo pequeñas que son, no deja de ser sorprendente-; y se calcula que hay entre mil billones y diez mil billones de estas pequeñas amigas corriendo por el mundo.
En muchas culturas son utilizadas como alimento, en medicina y en rituales. Además, tienen un importante papel como agentes de control biológico. El problema es que también pueden dañar nuestros cultivos. ¿Cómo?
Para empezar, el daño más importante que pueden causar a nuestro huerto es por culpa de su relación con los pulgones: son sus grandes aliadas. Los transportan, los limpian y los protegen a cambio de recolectar la melaza que éstos excretan, por lo que si tenemos hormigas, es muy fácil que acabemos teniendo una plaga de pulgones.
Su presencia también conlleva otros pequeños inconvenientes: pueden roer las plantas recién salidas, pueden estropear algún capullo, si el hormiguero está al lado de nuestra planta pueden matarla y roban semillas.
Como veis, no se trata de una plaga especialmente peligrosa y dañina, menos con las especies que tenemos en España, pero debemos controlarlas, especialmente, por el tema de los pulgones.
Hay algunos trucos caseros que pueden funcionar. Para empezar, plantar especies cuyo aroma les repele, como la lavanda, la lechuga, el tomillo o la mejorana. Otro remedio casero es exprimir un limón y ?pintar? las ramas invadidas. O, por ejemplo, colocar una hilera de sal en los caminos que siguen.
Mucha suerte y ¡Feliz siembra!