Los pulgones, también denominados áfidos, son una clase de insectos chupadores que atacan a las hojas tiernas, por lo que causan daños importantes en las plantas jóvenes. Pertenecen a la familia homóptera y existen, aproximadamente, 3.500 especies distintas.
Estos insectos son pequeños, de consistencia suave, no suelen tener alas y viven en colonias. Cuando la población de la colonia aumenta considerablemente, los insectos desarrollan alas y emigran a otras.
Si una planta se encuentra fuertemente infectada de pulgón, puede sufrir múltiples daños, como la reducción del crecimiento, el desprendimiento de las flores y los frutos o la aparición de fumagina.
Por ello, es importante conocer cómo detectar a estos diminutos insectos para evitar así que nuestras plantas se vean afectadas por una plaga.
Tipos de pulgón
Por otro lado, según la forma en que se reproduzcan, se puede diferenciar entre pulgones vivíparos, aquellos que dan nacimiento a crías vivas, y ovíparos, aquellos que se reproducen por medio de huevos.
Existe una serie de áfidos más frecuentes e importantes por la cantidad de daños que causan. La primera de estas clases es la 'Myzus persicae', es decir, el pulgón verde de melocotonero, que suele atacar a cultivos como la patata y a plantas como el crisantemo. Su color es amarillento y produce numerosos daños directos e indirectos en los cultivos en los que habita. Es muy frecuente en América del Norte y en Europa.
En segundo lugar se encuentra el pulgón del algodón, 'Aphis Gossypii', que ataca, principalmente, al pepino, al crisantemo y al pimiento. Por su parte, el 'Macrosiphum euphorbiae', o pulgón del tomate, generalmente afecta a las solanáceas.
Finalmente, hay que destacar el pulgón negro de la judía, es decir, el 'Aphis fabae', que afecta a un gran número de cultivos, como la judía, la espinaca o la remolacha.
Efecto negativo sobre la planta
Por su parte, se denominan daños indirectos a aquellos que se derivan de la alimentación, como la reducción de la fotosíntesis, debido al exceso de melaza que expulsa el pulgón, la transmisión de sustancias tóxicas e, incluso, de virus fitopatógenos.
Cómo combatirlo
Lo expertos aconsejan realizar tratamientos antes de que el pulgón alcance una alto nivel de población, así como la colocación de mallas en los límites de los invernaderos, con el fin de dificultar su acceso a los cultivos.
Además, es muy útil la colocación de trampas cromotrópicas amarillas, que son engomadas y tienen atrayentes, sobre todo, para las especies aladas.
Asimismo, es necesario eliminar las malas hierbas y los restos de cultivos o plantas anteriores.
Existen una serie de trucos naturales para evitar su presencia y combatirlo de forma efectiva y ecológica:
Recomendamos pulverizar las plantas con un repelente a base de ajo que crearemos hirviendo durante media hora un litro de agua con cinco dientes machacaditos.
Las infusiones de cebolla, la manzanilla, la cola de caballo o el ajenjo son otras soluciones que podrás pobrar notando la diferencia.
De todas formas, insistimos en la importancia de mantener la zona limpia y en buenas condiciones de riego sobre todo los meses de más calor, ya que al pulgón le gustan los ambientes secos.
-------------------------------
Imágenes/ Flickr: noabso, Koppert biological Systems, the_memory_remains