En invierno, tanto como en verano, el césped suele sufrir inconvenientes que producen raleos y capas o manchas amarillentas en lugares donde queremos que esté en perfecto estado. Para lograrlo siempre bello, hay que mantenerlo en buena forma y eso se obtiene con un poco de esfuerzo de nuestra parte, para que cuando lleguen invitados, no debamos explicar por qué nuestro jardín luce un césped tan deplorable.
Para comenzar, luego de la siembra y de un espacio de unos treinta días, en los que se permitirá el crecimiento libre, habrá que fertilizar por primera vez. Esto siempre y cuando se trate de época estival o en todo caso primavera – verano. Para ello, podemos preguntar en tiendas de jardinería acerca de un fertilizante para el césped. Suele no ser necesario especificar qué césped es el que tenemos sembrado o implantado en tepes, pero algunos céspedes, suelen precisar cuidados especiales, tales como dychondra, (Dychondra Repens) que requiere un delicado tratamiento en lugar del agresivo trato que demanda un césped alemán, por ejemplo. Un césped que ha demostrado una ductilidad inconfundible es cynodon: (Cynodon Dactylon). Es adaptable a casi todo tipo de terreno y además, resiste bien los malos tratos. Hay algo ante lo que no avanza: el frío invernal. Este pequeño problema se suele solucionar, agregando un césped de tolerancia al frío, con lo que uno crece mientras el otro permanece en reposo y viceversa. Para que la mezcla sea excelente y según qué zona sea la que habitas, es recomendable tener preparada una mezcla de céspedes que van a soportar y sobresalir en cualquier época y en casi cualquier trato. Para ello, debes pedir una mezcla acorde a las características de tu terreno en un centro de jardinería. No es difícil que te encuentres con mezclas múltiples, de, por ejemplo siete variedades.
La siembra del césped se suele hacer en primavera, pero ante las necesidades extremas, puede hacerse en diferentes épocas; con ciertas reservas a la hora de obtener resultados óptimos, pues no se puede esperar que una siembra hecha en época ventosa, quede perfecta. Aún recuerdo haberlas hecho en condiciones tan adversas, que hubo que resembrar porque el viento literalmente arrasaba con la semilla y aún con la capa que la cubría, pero al fin, siempre se puede triunfar si cuentas con una herramienta insustituible y que no se vende en centros de jardinería: la voluntad. Otros adversarios son los inviernos muy pronunciados, (es preferible abstenerse en estos casos) o veranos aciagos. Si tuvieras que soportar veranos extremos, es preferible esperar. Incluso en otoño, puede hacerse una siembra perfecta, si sabes esperar y te asocias con un jardinero eficiente y una buena mezcla.
El césped suele presentar aspectos desagradables en determinadas épocas, debido a diferentes motivos. Uno de ellos, es un hongo que suele atacar en épocas muy húmedas, provocando manchas amarillentas que pueden verse muy circunscriptas y de formas circulares. Esto suele solucionarse, aplicando un fungicida que puedes comprar en viveros o centros de jardinería. Estos fungicidas, se aplican al riego o se pulverizan con una mochila en las proporciones que recomiendan los fabricantes. A veces, estas manchas, son informes y presentan aspectos negruzcos o grisáceos. Es importante comentar qué tipo de características tienen las mismas al momento de pedir el producto fitosanitario que vayas a usar. No puedes pedir un fungicida si las manchas que presenta tu césped, son provocadas por las heces y orines de cánidos, en cuyo caso el fungicida, poca ayuda te prestará. En tal sentido, es preferible que acostumbres a los animales a defecar en sitios predeterminados y preparados para ellos, como cajones hechos de arena en el terreno, para que los animales vayan y hagan sus necesidades allí.
Otro de los problemas que puede llegar a presentar el césped, es el que le puedes provocar tú mismo. Esto se origina debido al intenso pisoteo por pate de las personas. En casos especiales, es preferible pedir el césped correcto con miras a una actividad intensiva en el manto que cubra tu jardín. En estos casos, te ofrecerán un césped para altas actividades o intenso pisoteo, que resistirá mejor el mal trato. Aún así, es recomendable, aparte de mantenerlo corto con una periodicidad aceptable, la fertilización, como hemos dicho al principio y un aireamiento de las raíces del mismo. Siempre es preferible practicar el aireamiento antes de cualquier fertilización, ya que la misma, va a requerir que las raíces absorban en plenitud las ventajas que presta el fertilizante y esto se logrará aireando. Para ello, es necesario contar con un aireador; con un jardinero que lo posea o la empresa que te cuida el jardín. Se trata de un rodillo, de unas dimensiones más o menos respetables, según el terreno que se vaya a tratar, que lleva púas concéntricas y provisto de un gran asa que puede ser manipulado por una persona o anclado a una cortadora al modo de carro. Este, al hacerlo girar, va introduciendo sus púas en el terreno y practicando unos agujeros que permiten que las raíces literalmente “respiren” Luego de este tratamiento, vendrá la fertilización con un fertilizante del tipo 18-46-00 o un 15-15-15 que estimulará el crecimiento de raíces, hojas y (aunque parezca superfluo) flores, con lo que las semillas vendrán por añadidura.
Un césped siempre verde, se logra con esfuerzo y tesón. No se obtiene un césped en perfectas condiciones por azar, ya que puede suceder que logre presentar un buen aspecto por una época más o menos breve, pero al fin y al cabo, tendrá problemas y estos serán más difíciles de sortear si no has tenido la precaución de cuidarlo.