No todas la plantas quedan bien en cualquier zona de nuestro jardín, pero en el caso del rododendro, este arbusto perennefolio, es capaz de dar color a los jardines, las rocallas, los arrietes y a muchos lugares más, que combinados con otras especies crean maravillas en nuestra zona verde.
Podemos encontrar estas preciosidades vegetales en los viveros, preparadas para ser plantadas directamente en el jardín. Así están muy bien equipadas en sus tiestos con toda su vegetación radicular contenida en los recipientes.
Tienes que tener cuidado y posicionarlas a la sombra de los árboles, porque el calor y los rayos del sol directos pueden dañarlas.
El cuidado es fundamental
El terreno es fundamental para que un rodododendro pueda mostrarnos sus preciosas flores y crecer saludale. Es por ello que necesitas un suelo ácido para poder tener un macizo de esta especie.
Debe tener estas características el sustrato, porque por mucho que lo mezcles con otro tipo de sustancias no podrá desarrollarse como es debido.
Si tu sustrato no contiene elementos ácidos, puedes colocarlos en macetas con tierra de brezo o de castaño y así también podrás disfrutar de sus flores.
Los rododendros, al igual que el resto de las especies acidófilas, no soportan ser regadas con aguas calcáreas.
Es importante que el sustrato esté siempre húmedo, pero debes tener cuidado con no mojar las hojas, porque pueden aparecer plagas y enfermedades que acabarían con la planta.
Con respecto al proceso de multiplicación, se puede realizar por semillas, estacas, acodos e injertos.
Soluciones eficaces
Las plagas y las enfermedades son el peor enemigo de los rododendros y de las plantas en general.
Cuando nos encontramos las hojas plateadas de esta planta es porque un parásito llamado trip entra en acción y es muy peligroso, ya que transmite enfermedades como la peste negra.
También si observáis que el follaje está enrollado, esto se debe a que hace su aparición la oruga de polillas de la azalea.
Los ácaros rojos o blancos son pequeñas arañas que absorven la savia de las hojas hasta dejarlas descoloridas y muy dañadas. Para evitar que este parásito deteriore la planta por completo, lo mejor es mojar la planta entera. Debéis mantener húmedas las partes aéreas, y así esta plaga huirá despavorida.
El amarilleo de las hojas de los rododendros se debe a que están plantadas en suelos alcalinos que hacen que adquieran ese color y tengan manchas marrones, por falta de nutrientes.
Para combatir este problema tan habitual, es conveniente cultivarlas en un sustrato calizo, pero hay que separar el hoyo del resto de la tierra, colocando una lámina de plástico en el fondo y añadiendo materia orgánica en los meses primaverales.
Todos estos consejos nos ayudan a tener un rododendro en perfectas condiciones y a poder disfrutar en nuestro jardín invernal de este tipo de especies, que dan color y vida a un invierno que comienza a florecer.