Las hierbas medicinales eran indispensables para curar todo tipo de dolencias, de ahí que su cultivo haya ocupado siempre un lugar especial en la historia de la jardinería.
(Imagen/ Flickr: gabofr)
Si bien ahora todo gira en torno a tener un jardín bonito, antes las plantas bellas eran menos importantes que las plantas útiles. En realidad la separación entre hierbas medicinales útiles y especies ornamentales sólo existe desde hace algunos siglos.
En todas las culturas con un alto grado de civilización, como en China, la India y Egipto, las hierbas ocupaban un lugar central para los médicos naturistas. En la Edad Antigua Hipócrates fue famoso por sus excelentes conocimientos botánicos. Los griegos y los romanos llamaban a las hierbas "medicinas verdes".
La extensa obra de Dioscórides les servía aquí de pauta. Este cirujano del ejército griego describió la acción medicinal de 600 plantas en la obra De Materia Médica, que durante siglos fue considerada como la doctrina en hierbas medicinales.
Después de la caída del Imperio Romano la medicina apenas se desarrolló en la Europa occidental.
(Imagen/ Flickr: vagueonthehow)
El papel de los monasterios
Los jardines de hierbas no volverían a aparecer hasta el siglo VI d.C. Eran sobre todo los monjes quienes se ocupaban de su cultivo, con fines alimentarios, para curaciones y celebraciones religiosas.Un parterre encerrado por una columnata formaba la base para el jardín conventual. Muy famoso era el espacio dedicado a plantas medicinales de los monjes benedictinos en St. Gallen en Suiza, donde se encontraban, entre otras cosas, ajedrea blanca, hinojo, menta, perejil, romero, salvia, ruda e incluso lirios y azucenas.
Los monasterios alejados tenían que valerse por sí mismos. Por eso se cultivaban verduras, hortalizas, hierbas y fruta, junto a especies colorantes y oleaginosas, variedades vegetales desinfectantes y hierbas para hacer cerveza amargas (como hiedra terrestre, milenrama, apio de montaña, arrayán brabántico, santónico y romero).
El cuidado de enfermos también solía ser una tarea de los monjes, que les daban a los pacientes sus remedios naturales. De esta manera, los conocimientos sobre las hierbas no se limitaron a los jardines conventuales, sino que también penetraban poco a poco en los alrededores.
Los aldeanos que no tenían dinero para comprar especies medicinales, las cultivaban ellos mismos. Los más adinerados las compraban y otras, las aromáticas, las usaban como ambientadores.
Cuando, más tarde, las autoridades municipales se hicieron cargo de los enfermos, los farmacéuticos empezaron a crear jardines de hierbas en las ciudades.
Grandes libros de hierbas ilustrados
Desde la baja Edad Media cada vez más plantas se consignaban por escrito. El libro The herball de los ingleses John Gerard y Nicholas Culpeper era muy famoso. Las diferentes órdenes religiosas intercambiaban especies y conocimientos sobre ellas, que se registraban en libros de hierbas propios.
Sin embargo, algunas historias e ilustraciones fueron copiadas un tanto descuidadamente o empezaron a vivir su propia vida.
Así, por ejemplo, según diferentes libros de hierbas, aquél que desenterrara la raíz del manglar se moriría en el lugar mismo. A pesar de ello, estos manuales obtuvieron cada vez más estatus oficial y se usaron también como material de estudio para cirujanos.
Con el tiempo las guías de hierbas tuvieron mejores ilustraciones y la información se volvió cada vez más científica. Gracias a la invención de la imprenta, en el siglo XV, los conocimientos médicos se divulgaron cada vez más y alcanzaron a un grupo de lectores más amplio.
(Imagen/ Flickr: BioDivLibrary)
Las hierbas obtienen un lugar propio
En el siglo XVII un jardín se solía ver como una expresión artística de la élite; además de hierbas, la colección de plantas también comprendía cultivos ornamentales exóticos.Tenía que haber algo atractivo para ver, así que se disponía de más espacio para plantas herbáceas de colores claros como la caléndula o la manzanilla amarilla, mientras que plantas parásitas como la menta y la jabonera rocosa pasaban a segundo término.
Finalmente las hierbas acabaron alojándose en el huerto, donde sobre todo las especies que se utilizan en la cocina siguieron siendo valoradas como condimentos.
Y, mientras tanto, al entrar en este nuevo milenio, se observa una fuerte tendencia a volver a aplicar las hierbas en el arriate ornamental.