El verdadero inconveniente al cuidar estas plantas tan peculiares, es sin duda alguna su exterior cubierto, casi por completo en algunas especies, por espinas de diferentes tamaños. Desde diminutas espinas blandas casi imperceptibles, hasta grandes pinchos tan largos como un dedo, algunos duros como un hueso e inflexibles. Todas estas dan a la planta un cierto aire de peligro muy real, pues estas espinas, como parte de la defensa natural del cactus, pueden resultar muy dolorosas si se clavan en la piel.
Aunque no existe, hasta la fecha, conocimiento de ninguna variedad cuyas espinas sean venenosas, y tampoco se cultiva alguna que pueda presentar toxinas, la suciedad y las bacterias del exterior pueden causar que, una herida provocada por uno de estos pinchos se infecte. Además, hay que tener cuidado con las espinas más pequeñas, pues usualmente se rompen dentro del tejido tras clavarse y suelen causar una infección por espina de cactus, si se dejan bajo la piel mucho tiempo.
Aunque el peligro de infección por espina de cactus es bajo, un descuido puede ocasionar una herida infectada al manipular estas plantas, por lo que debes tener en cuenta que si te pinchas con sus espinas, debes retirar la misma inmediatamente, revisar que ningún fragmento quede bajo la piel y desinfectar de manera inmediata para eliminar cualquier probabilidad de infección por bacterias o suciedad. Lo más recomendable, si no se está seguro de haber sacado la totalidad de la espina de la piel, es recurrir a un médico o especialista para que revise el tejido en busca de fragmentos escondidos.