En realidad, el compostaje yace a partir de las condiciones de la descomposición, y mucho, la calidad del producto final. Los buenos compostajes están diseñados para conseguir y mantener unas condiciones de descomposición de los restos orgánicos de manera que el proceso sea rápido y eficiente, y así obtener un abono natural de altísima calidad y en poco tiempo.
En cambio, cuando los restos son esparcidos o enterrados entre las plantas, las condiciones del proceso de descomposición son tan deficientes que el producto final se parece muy poco al verdadero compostaje.
Para empezar, dentro de un compostador se consigue y conserva un microclima óptimo para el desarrollo del proceso de descomposición que no puede crearse cuando los restos están esparcidos por la tierra.
Al ser el compostador un recipiente cerrado, la humedad y la temperatura de los materiales depositados se controlan y se mantienen a lo largo de todo el proceso para garantizar las mejores condiciones de descomposición.
La humedad es importante para que los organismos que realizan la descomposición encuentren el agua que necesitan para vivir. Las altas temperaturas que alcanzan los restos dentro del compostador sirven para eliminar los microbios patógenos que pueden proliferar entre los materiales en descomposición y también las semillas no deseadas de las plantas.
Un volteo periódico de los restos del compostador permite que se aporte a los microorganismos el oxígeno que precisan para vivir.
En cambio, cuando los restos se esparcen por la tierra, las variaciones bruscas de las condiciones ambientales que se producen en la intemperie provocan intermitencias en el proceso de descomposición, el cual, por tanto, resulta más lento y deficiente que el que se realiza en un compostador, a causa, principalmente, de la falta de continuidad y estabilidad de las condiciones ambientales.
Las principales deficiencias que se producen en la descomposición a la intemperie son las siguientes:
1. El viento y el sol secan los materiales. En cambio, la lluvia o el riego los pueden inundar.
2. La radiación solar directa puede sobrecalentar los restos. Por el contrario, durante la noche se pueden congelar.
3. Algunos restos pueden atraer animales indeseables, como ratas, ratones, topos, zorros... Éstos encontrarán alimento abundante y sin obstáculos. Las semillas que contienen los restos germinarán de manera incontrolada.
4. Además, los microbios patógenos pueden proliferar por el huerto o el jardín. Tanto los unos como los otros serían eliminados durante el compostaje.
5. Resulta poco estético que los restos orgánicos estén a la vista esparcidos entre la vegetación. Si se entierran estos materiales, la falta de oxígeno determinará una descomposición deficiente e incompleta, aportando menos nutrientes a las plantas que los obtenidos a través del compostaje.
En definitiva, ofrece muchas más ventajas compostar los restos orgánicos que esparcirlos o enterrarlos entre la vegetación del huerto o del jardín.
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Imágenes/ Flickr: NatalieMaynor, eggrole, Kathleen Waters Photography