Existe otro grupo de plantas que no toleran en absoluto el ambiente de nuestras casas, este tipo de plantas delicadas, necesitan el entorno húmedo de un invernadero cálido o atemperado.
Si bien es verdad que es imposible ofrecer esas condiciones a las plantas en el interior se puede acercar lo más posible a ellas, de eso dependerá en gran medida la duración y atractivo de los ejemplares.
Una manera de conseguir estos requisitos, es instalar nuestras plantas más sensibles en unas pequeñas urnas invernadero, que ocupan un mínimo espacio.
Estos receptáculos ofrecen un entorno aislado para las plantas de interior; no poseen un regulador pero dentro se pueden mantener una temperatura constante, manteniendo a las plantas libres de corrientes de aire y humos dañinos.
Los modelos que podemos encontrar en el mercado son infinitos, tanto en tamaño, material y forma, bastará con optar por uno que se acomode al espacio que disponemos en nuestra vivienda y que armonice con el mobiliario.
La urna obviamente deberá tener la mayor superficie posible acristalada, de forma que entre una buena cantidad de luz; es indiferente si las paredes son de cristal o metacrilato.
Antes de colocar las plantas se debe limpiar bien el interior de la urna y colocar en la bandeja (algunas la traen y en otras hay que instalarlas) una base de guijarros o de arcilla expandida con un poco de agua, estos materiales tienen la ventaja de ser fáciles de limpiar sustituyendo a la arena o turba que son elementos más engorrosos.
El mantenimiento de las urnas es sencillo, basta con limpiar de vez en cuando las paredes acristaladas para que la luz entre sin dificultad y eliminar el exceso de humedad que se puede condensar en el interior, para ello bastará con abrir la tapa de forma que permita la entrada de aire fresco.
Algunas urnas poseen pequeñas aperturas que facilitan la circulación de aire para que las plantas respiren y evitar la condensación.
El microclima que las plantas generan en estos mini-invernaderos hace que los riegos del sustrato tengan que ser más moderados.
o jardines en botella Disfrutar un pequeño jardín dentro de un recipiente de cristal va unido a la originalidad y destreza para crear el arreglo. Se pueden cultivar plantas frágiles o delicadas que exijan de un ambiente muy húmedo y de una temperatura constante.
Dentro de estos receptáculos las plantas están en unas condiciones de microclima estable, parecidas a las de un invernadero, por cuanto reciben la luz a través del vidrio y no están expuestas a las variaciones de temperatura del exterior, ni tampoco a las temidas corrientes de aire.
En el mercado se puede encontrar un sinfín de estos jardines en miniatura, pero es más gratificante hacerlo nosotros mismos.
Los recipientes a utilizar pueden ser muy diversos, desde un pequeño acuario a la típica pecera redonda; cualquier frasco grande puede servir. A ser posible que sea de cristal, pero siempre transparente; se deben evitar los recipientes de vidrio ahumado o con color porque restan luminosidad a su interior.
El tamaño en la elección del contenedor para nuestro pequeño terrario dependerá del número de plantas que queramos poner; si el contenedor es grande con cinco o seis pequeñas plantitas será suficiente.
La boca de la vasija conviene que sea lo suficientemente ancha para poder manipularlas sin problema. Asimismo, en el caso de que la boca tenga algún tipo de cierre, conviene abrirlo de vez en cuando, con el fin de renovar el aire de dentro y no se produzca un exceso de condensación de agua.
Para asegurarles a las plantas una larga vida y evitar la putrefacción de sus raíces hay que disponer en el fondo del contenedor un drenaje adecuado, constituido por guijarros y carbón vegetal en una capa de unos 5 cm de espesor. Sobre esta capa se dispone la tierra vegetal donde se acondicionarán las plantas.
Las especies que más se adaptan a este tipo de cultivo son las de crecimiento lento y de pequeño tamaño, pues de otra forma saldrían del recipiente enseguida.
Lo mejor es combinar las de crecimiento más o menos pegado al suelo y las de porte mayor, buscando un conjunto armónico.
Lo primero que hay que hacer es seleccionar, preparar y considerar la disposición que tendrán las plantas en el interior del recipiente. Se retira de cada ejemplar la maceta y se coloca dentro del recipiente en la situación que tenemos prevista, molestando lo menos posible las raíces y añadiendo el sustrato necesario.
Cuando tengamos todas las plantas instaladas se apelmaza bien toda la tierra para que las plantas queden bien sujetas. Se puede adornar la superficie añadiendo algunos guijarros o piedrecillas de colores. Por último se riega ligeramente con un difusor de agua y se limpia las paredes del interior del recipiente.
El riego no suele constituir problemas de importancia, pues se debe hacer con poca frecuencia, ya que el vapor de agua que se condensa en las paredes del recipiente caen en forma de gotas nuevamente a la tierra.
Una norma bastante buena para saber cuando se tiene que regar consiste en observar si se produce condensación en las paredes. Si esto no ocurre, habrá que administrar agua a las plantas, lo que se ha de hacer con un difusor proyectando el agua sobre ellas en lugar de directamente sobre la tierra.
El agua para regar si es posible que sea de lluvia o en su defecto hervida y enfriada; no usar nunca aguas duras ni fría. Es preferible no utilizar plantas con flor, ni con hojas vellosas mezcladas con ejemplares que sean amantes de la humedad sobre sus hojas.
en miniatura
La afición a la jardinería en miniatura podría decirse que es algo así como "cuidar un pequeño jardín desde el sofá". Está claro que puede sonar algo exagerado, pero se puede entender si lo relacionamos con el arte del Bonsái, cuidamos un árbol de reducido tamaño al que se le practica técnicas como podas, abonados, alambrados, etc, tal cual se haría con uno de varios metros de altura, sólo que el Bonsái se encuentra en una pequeña bandeja encima de una mesa.
Esta es una encantadora afición ciertamente reciente, pero entre los amantes de las plantas crece de manera muy significativa. Es algo muy estimulante, creativo y personal, ya que si a varias personas les dieran el mismo recipiente y unas mismas plantas, diseñaría un mini jardín totalmente diferente. Y de eso se trata, de que cada uno esquematice el mini jardín que más le atraiga.
No es necesario ser demasiado experto, bastará con tener ciertos conocimientos sobre el cuidado de los ejemplares que se van a utilizar, y eso, nos lo puede indicar donde compremos las plantas.
Este tipo de arreglo no tiene nada que ver con los centros decorativos donde las plantas deben estar muy agrupadas, por el contrario en los jardines en miniatura cada planta debe quedar fluida, independiente, pero formando una parte sustancial del conjunto.
Para arrancar con el proyecto de crear un jardín en miniatura lo primordial es hacerse un planteamiento de cómo irán colocados todos los elementos, para ello es bueno acomodar cada pieza dentro del recipiente y modificarlos hasta conseguir la posición que tendrán finalmente.
Comencemos por el recipiente, este puede tener el tamaño, forma, color y material que uno quiera, pero es importante colocar guijarros o trozos de tiestos en la base y que tenga uno o varios agujeros por donde pueda drenar el agua sobrante del riego.
En cuanto a las plantas, en principio sirven todas las que tengan un tamaño muy pequeño y que su crecimiento sea lento. Si son plantas delicadas o llamadas de interior, el mini jardín deberá permanecer dentro de casa, si por el contrario son plantas fuertes o de exterior incluyendo las suculentas, se podrá disponer el conjunto al aire libre.
Para conseguir el equilibrio visual nos ayudamos de elementos decorativos, en este tipo de arreglos son tan importantes como las plantas. En este apartado cada uno decidirá que objetos ornamentales se emplearán, pero cuidando de acomodarlos de modo armónico y jugando siempre con los volúmenes.
Cuando todo encaje de la forma que teníamos pensado, se riega con un difusor para que las plantas se asienten. Los jardines en miniatura necesitan atenciones breves pero habituales. Hay que estar atentos a los riegos e ir cortando y guiando cada planta a nuestro juicio, y por supuesto, no abonar o el crecimiento de las plantas se disparará.
Cuando un a planta haya cumplido su ciclo o quede demasiado grande para el jardín, se sustituye por otra. Las plantas de hojas diminutas y rastreras son ideales para este fin, pero cada uno marcará su propio estilo.