Sin un ramo de flores en el medio, es casi imposible imaginar el Día de San Valentín. Todos los días del año, el amor debe desarrollarse y regarse constantemente, pero el día de San Valentín es siempre un día especial para demostrar cuánto amas a tu pareja y celebrar la relación juntos. No se trata tanto de cosas elegantes como detalles elegantes, sinceros y felices. En este sentido, las flores son incomparables, especialmente las rosas.
La reina de las flores. Su gran resistencia y adaptabilidad a cualquier terreno la ha convertido en una de las más queridas por todo el mundo. Sin duda, las rosas son un referente para el día de los enamorados. Este ramo de flores tiene un aroma suave y agradable y los pétalos elegantemente dispuestos en espiral, hacen de la rosa un regalo capaz de deleitar a cualquiera.
Ramo de flores, un símbolo puro de amor
No es casualidad que haya rosas adornando jardines públicos y los de las propias casas. La armonía que proyectan es bien recibida por todo el público, como si fuera inevitable no percibir buenas sensaciones. Será una ley no escrita, pero las rosas se asocian a sentimientos de alegría, cariño, unión, bienestar.
Las novelas y poemas de amor siempre han tenido a la rosa como un símbolo al amor puro y verdadero, sobre todo las de color rojo. Con ellas, el amado siempre trataba de demostrar y transmitirle a su amada la pasión que por ella sentía. Incluso las espinas servían para simbolizar las dificultades y penas por las que pasaban hasta conseguir el amor.
En la vida real, la seducción con la rosas ha cambiado bastante y ahora se llevan más los baños de espuma con una capa de pétalos de rosas flotando sobre el agua. Sea de la forma que sea, una cosa no cambia: un ramo de rosas y el amor que una pareja se profesa, son sinónimos perfectos.
Cada color con su significado
Por suerte las hay de gran variedad de colores, para que haya a gusto de todos: rojas, rosas, blancas, amarillas, violetas, naranjas, o incluso negras y color vino (que en realidad son tonos rojos muy oscurecidos).
Las de color rojo son, por tradición, las preferidas para referirse al amor, ya que simbolizan sentimientos profundos de cariño hacia la otra persona y emociones muy fuertes. El resto de colores también juegan su papel, pero en la práctica dependen más de cada persona. El amarillo tiende a utilizarse igualmente para sentimientos de aprecio y alegría, pero más moderados (en caso de amistad o para dar las gracias). Las de color rosa se vinculan a la feminidad, y las blancas son la pureza que lleva a las novias al altar.
Combinándolas también adquieren algunos significados distintos, pudiendo así construir un ramo más variado y colorido. Las rojas y blancas tienen una finalidad muy directa y clara para una pareja que acaba de prometerse o que se dispone a ello, las rojas y amarillas reflejan una conexión especial entre amigos o enamorados, al igual que las blancas y amarillas, que de hecho son las más utilizadas en el cristianismo.
La cantidad también importa
No es lo mismo regalar un ramo completo y variado que una o dos flores. No es que sea mejor una cosa que otra, simplemente depende de lo que queramos transmitir. Una sola rosa es indicada cuando se están dando los primeros pasos como pareja, simboliza el comienzo de la relación y sencillez. Pero en este caso también podrían regalarse dos rosas entrelazadas, como la unión de ambos sentimientos.
Sin embargo, un buen ramo de flores da a entender que el compromiso es más fuerte y tiene garantías de duración. Al ser más exuberante, las connotaciones de opulencia son inevitables, lo que tampoco es malo, sino que denota optimismo, fortaleza y seguridad en los sentimientos.
Regalar una o varias rosas es el mejor detalle para regalar en el día de San Valentín. Eligiendo la combinación y los colores apropiedos y que más gusten en cada caso, seguro que la pareja queda sorprendida y encantada.