La orquídea posee unas formas voluptuosas y colores intensos hacen de esta planta la opción perfecta para regalar flores y adornar el jardín o el interior de una casa.
La orquídea pertenece a la familia Orchidaceae y del tipo monocotiledónea, las Orquídeas cuentan en su haber con más de 17.000 especies en todo el mundo.
Sus flores son muy vistosas y llamativas. De hecho, las Orquídeas, exóticas y radiantes, son una de las más cultivadas en la industria de la floristería y jardinería.
Aunque predominan en climas ecuatoriales, las orquídeas también viven en lugares más templados.
Estas plantas pueden desarrollarse en el suelo, aunque también crecen sobre ramas de árboles o en rocas, en cuyo caso sus raíces se desarrollan dentro de materia orgánica o en el aire, obteniendo el agua de un tejido acumulador que se denomina velo.
Una de las primeras lecciones que debemos aprender a la hora de cultivar Orquídeas es el riego.
Estas flores son tan bellas como delicadas, por eso, antes de plantar esta variedad debemos aprender cómo se le administra adecuadamente el agua.
Las primeras normas a tener en cuenta
Es muy difícil ofrecer pautas generales para regar estas flores, ya que el agua que tenemos que administrar depende de muchos factores, entre ellos, la variedad de la flor, su tamaño, el ambiente donde se encuentra, su grado de desarrollo, entre otros condicionantes.Un buen método es analizar las hojas y las raíces. Por regla general, las Orquídeas epífitas, es decir, aquellas que viven sobre otras especies vegetales (ramas de árboles normalmente), suelen soportar mejor la carencia de riego que el exceso del mismo.
Lo primero que debemos saber es que, si están en maceta, nos olvidaremos del plato que se suele poner debajo del tiesto. Nunca mantendremos la base de la maceta en contacto con agua. Y nunca utilizaremos agua fría o caliente para regar, siempre agua templada o del tiempo.
Asimismo, nos informaremos bien del tipo de Orquídea que tenemos, porque existen especies en las que es mejor que la tierra no se llegue a secar completamente entre riego y riego.
En verano regaremos dos o tres veces a la semana, mientras que si estamos en invierno, lo mejor es proceder al riego una vez a la semana.
Siempre lo haremos por la mañana. Regaremos preferiblemente con agua abundante y pocas veces, mejor que en muchas ocasiones y con poco agua, ya que de este modo podemos pudrir nuestra Orquídea.
El tipo de agua
Las Orquídeas son flores que no toleran el riego con agua rica en minerales o muy clorada. Para que una orquidácea florezca con más vigor, tiene que regarse con agua destilada.También es frecuente recurrir a ablandadores de agua, pero no todos sirven para nutrir a estas plantas. Generalmente los ablandadores que se pueden utilizar son los que funcionan mediante intercambio de iones.
Las aguas ablandadas con sodio son peligrosas para la salud de nuestra Orquídea, porque, aunque aparentemente crezca, en unos meses se irá echando a perder.
Cómo salvar a una Orquídea ahogada
Muchas veces, cuando vemos a la planta marchitarse, pensamos que se debe a la falta de agua, pero normalmente suele ser por lo contrario.Sacaremos con cuidado la flor de la maceta y veremos si las raíces están ennegrecidas, granulosas o deshechas. Éstos son signos inequívocos de un exceso de riego. No olvidemos una máxima: si tenemos dudas de la conveniencia o no de regar, lo mejor es no hacerlo.
Para salvar a una Orquídea ahogada por los excesos en el riego, tendremos que trasplantarla a otra maceta, con tierra nueva.
Eliminaremos con un cuchillo las raíces que han muerto y desinfectaremos las partes de la planta atacadas por hongos.
La cambiaremos de maceta con sustrato más grueso que facilite la absorción de agua sobrante de las raíces.
Con algún palo o pieza de madera que tengamos a mano, clavada en la tierra, conseguiremos que la Orquídea se agarre y reinicie su proceso de desarrollo.
Recuerda que las Orquídeas epífitas no tienen grandes raíces, así que, si le quedan pocas sanas, se puede introducir la flor en una bolsa de plástico transparente y dejarla en un sitio donde haya luz (aunque nunca rayos de sol directos).
La planta dentro de la bolsa no perderá humedad y conseguirá desarrollar nuevas raíces. A continuación pondremos la planta sobre una bandeja de agua.
Cuando no regamos lo suficiente
A veces, al saber que estas Orquídeas no necesitan mucha agua, un jardinero inexperto decide dejar que su planta se seque sin remedio.Como hemos dicho al principio, es fundamental que cuando reguemos lo hagamos de manera abundante.
Otras personas creen que con rociar con un pulverizador es suficiente para hidratar a la Orquídea, pero se equivocan.
Cuando la Orquídea se ha marchitado, tendremos que comprobar el estado de sus raíces para asegurarnos de que se debe a falta de riego.
Normalmente, cuando falta agua, estas plantas conservan sanas sus raíces, pero se marchita su flor. Otras veces, aunque la flor no esté mustia, las hojas se caen con facilidad o no acaban de desarrollarse del todo. Todos ellos son síntomas inequívocos de que la epífita se está secando.
Para solucionar el problema, tenemos que regarla más, como es obvio. Además, regaremos con mucha agua, asegurándonos que el líquido empapa bien la tierra y llega a la base de la maceta.
Tendremos que dejar que se escurra bien el agua restante y nunca dejarla reposar en platos, ya que el exceso de humedad puede arruinar sus raíces.
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