La Áster, pertenece a la familia de asteráceas y se caracteriza, generalmente, por ser una planta perenne.Sin embargo, también se encuentran variedades arbustivas, anuales y bianuales. Su nombre significa “estrella” en latín, por la forma de sus pétalos estrechos y puntiagudos. Es originaria de Europa, normalmente, de Alemania. En España la podemos encontrar en Asturias, Navarra y Cantabria. Suelen estar en zonas montañosas o bosques húmedos.
Existen alrededor de 500 especies distintas en el género Áster en el mundo. Se trata de una planta con tallos de 5 a 20 cm, ascendentes o erectos. Sus hojas son simples y enteras, que se estrechan para formar un ancho peciolo. Cuentan con flores enrracimadas con una gran diversidad de colores, aunque las que más se ven son las de color violeta. Su fisonomía es, extremadamente, parecida a la de la margarita.
La Áster es una planta, en general, poco exigente. Se adapta a todo tipo de situaciones climáticas. Necesitará suelos fértiles, bien drenados. Crece a pleno sol, ya que hay que tener en cuenta que para que se produzca la apertura de las flores es primordial, además se suelen orientar hacia él durante todo el día, cerrándose por la noche. Lo bueno de esta planta es que resiste el frío, aunque tendremos que tener cuidado con las heladas y las temperaturas muy extremas, sobre todo las del invierno.
Al ser plantas que soportan las lluvias moderadas, tendremos que tener cuidado con las plagas por hongos. Bastará con aplicar un tratamiento preventivo para los hongos antes de la temporada de lluvias primaverales y otoñales. También, os dejamos un truco casero para evitar la aparición de hongos en las plantas.
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