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Algunas especies de amapola son originarias de países exóticos y otras de Europa. Son plantas rústicas y resistentes, cuyos cuidados no plantea ningún problema; incluso algunas pueden autosembrarse solas y provocar una gran infestación. Poseen el tallo largo con hojas simples y dentadas. Sus flores son solitarias y regulares y surgen en el extremo del tallo floral; se encuentran formadas por hasta tres sépalos caducos y seis pétalos con una uña corta.
Sus estambres son numerosos y cortos o incluso inexistentes. Las flores de la amapola son indicadas para los arriates herbáceos, así como también para alegrar macetas y jardineras.
Cuidados de la amapola
Se trata de una planta rústica que se acomoda muy fácilmente a cualquier situación en cualquier tipo de suelo; no obstante, las variedades nuevas comienzan a precisar unas condiciones mucho más idóneas en el suelo para desarrollarse bien. La amapola florece correctamente tanto al sol como en la semisombra, aunque a pleno sol se pueden apreciar mucho mejor sus bellas tonalidades. Puede llegar a alcanzar hasta 90 cm de altura, por lo que se aconseja plantarlas a una distancia de 30 cm entre cada una de ellas.
Propagación de la amapola
Esta planta no tolera muy bien los trasplantes, de ahí surge la necesidad de efectuar la siembra en el sitio definitivo de la plantación, aclarando el número de plantas. Esta siembra se puede efectuar en primavera o en otoño. Las especies vivaces pueden reproducirse a través de la división de mata o por esquejes de raíz. La mejor época para dividir la amapola es en otoño o en primavera.
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