(Imagen/ Flickr: Geek2Nurse)
La violeta africana es perteneciente a la familia de las Gesneriáceas, la violeta africana (Saintpaulia ionantha) ha encontrado su mejor hábitat en el interior de nuestras viviendas, aunque tampoco sería raro verla en exteriores como terrazas y patios. Herbácea y vivaz, su tamaño no suele superar los 15 cm. y se reproduce por semillas o a través de esquejes. Al tratarse de una especie tropical, requiere una serie de cuidados específicos que garanticen un correcto desarrollo.
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La floración
Aunque lo más habitual es que sus flores aparezcan en verano, uno de sus principales atractivos es que puede tener más de una floración al año y que ésta puede producirse en cualquier temporada. Entre ellas, existe siempre un ciclo de descanso de unas seis semanas. Una vez aparecidas las flores, de reducido tamaño, éstas irán creciendo tanto en dimensiones como en número.
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Normalmente brotan en grupúsculos de 6 ejemplares (simples o dobles), surgiendo de tallos que nacen entre las hojas. La gama cromática más común es el violeta (de ahí su nombre) con estambres amarillos en el centro, aunque también las veremos blancas, rosas, rojas, azules e incluso de varios colores.
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Delicadas atenciones
Considerada una planta agradecida y de fácil desarrollo en interiores, lo cierto es que esta especie exótica requiere una serie de cuidados muy concretos. Para florecer necesita al menos 12 horas de luz, por eso las condiciones de luz artificial suelen beneficiarla. Respecto al sol, nos aseguraremos de que reciba sus saludables rayos, pero siempre tamizados, ya que la exposición solar directa puede quemarla.
(Imagen/ Flickr: kaiyanwong223)
El suelo más adecuado es el de turba y tierra, y la orientación, este-norte. Las condiciones en las que se desarrolla en su hábitat natural se caracterizan por temperaturas cálidas y humedad elevada. Por eso, en nuestro hogar el termómetro no debe bajar de los 18º C. Para favorecer la humedad ambiente, podemos dejar cerca recipientes de agua.
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Esta planta requiere un riego constante en verano y muy moderado en invierno; eso sí, siempre con agua templada. Nos cuidaremos de no mojar las hojas ni encharcar el suelo porque se pudriría. Fundamental también es el drenaje: pondremos un plato debajo del tiesto y retiraremos el exceso de líquido. También se puede regar dejando que la planta absorba el agua directamente del plato.
(Imagen/ Flickr: Geek2Nurse)
Cómo solucionar algunos inconvenientes
Lo más probable es que, a lo largo de la vida de tu violeta africana, surjan algunos problemas que deberás solventar. Por ejemplo, la floración. Muchos aficionados que tienen estas plantas suelen preocuparse al ver que pasan los meses y no aparecen las flores. Normalmente se debe a la falta de nutrientes.
(Imagen/ Flickr: g - s - h)
Por lo general, cualquier especie de interior requiere fertilizantes cada cinco o seis semanas. En el caso que nos ocupa, si nuestro ejemplar no florece, disminuye la cantidad y calidad de las flores o las hojas se vuelven verde pálido, es porque necesita urgentemente abono.
Las hojas suelen ser un buen indicador de los problemas de nuestra violeta africana: si se pudren, tendremos que regarla menos; si amarillean, nos aseguraremos de que la temperatura ambiente no sea demasiado baja; si aparecen manchas, probablemente se habrá quemado por el efecto del sol.
(Imagen/ Flickr: Xenoxryst @ Antares Scorpii)
Respecto a las plagas, el pulgón y las cochinillas se pueden eliminar fácilmente con productos fungicidas e insecticidas específicos. No sería extraño tampoco que el exceso de riego provocase la aparición de hongos en nuestra violeta. Normalmente se manifiestan en forma de moho gris. Para evitarlo, nada mejor que controlar la cantidad de agua que suministramos a la planta.
Imágenes / Flickr (por orden de aparición): Merce, mmmavocado, inyucho.