La Euphorbia tirucalli es una planta de excepcional belleza que puede tenerse tanto en maceta como en los jardines, sean éstos pequeños o grandes. Amante del Sol, no necesita mucho para estar perfecta: tan sólo un aporte regular de agua, especialmente en los meses de más calor.
Descubre más sobre esta maravilla de árbol con tallos suculentos tan curioso.
Euphorbia tirucalli es el nombre científico de una planta endémica de las regiones tropicales secas de África hasta la India que fue descrita por Carlos Linneo y publicada en Species Platarum en el año 1753. Se le conoce como árbol de los dedos y se caracteriza por alcanzar una altura de hasta 15 metros, siendo más habitual que no supere los 4m, con una copa muy ramificada compuesta por ramitas suculentas de unos 7mm de grosor.
De rápido crecimiento, puede llegar a convertirse en un magnífico ejemplar en cuestión de un par de años. Pero esto no ha de preocuparnos, ya que sus raíces no son para nada invasivas; de hecho, a menudo se cultiva en maceta durante toda su vida, podando o recortando sus ramas con guantes -siempre hay que llevarlos puestos cuando se va a podar ya que es tóxica- para controlar su desarrollo.
Este árbol tan curioso necesita estar expuesto a pleno Sol, creciendo en suelos que drenen bien. Si lo vamos a tener en un recipiente, lo ideal es utilizar pómice solo o mezclado con un 30-40% de turba negra; y si estará en el jardín, debemos de cavar un agujero de unos 50x50cm y mezclar la tierra con perlita, arena de río lavada o similares para asegurarnos de que el agua puede ser filtrada correctamente.
Y hablando de agua, hay que regarla muy poco: no más de dos veces por semana en verano y cada 10-15 o incluso 20 días el resto del año. Durante los meses cálidos la abonaremos con un abono líquido para cactus y crasas siguiendo las indicaciones especificadas en el envase, y en los meses más fríos la mantendremos protegida de las heladas, puesto que sólo resiste hasta los -2ºC.