La industria a las plantas las afecta por los residuos industriales y los metales que se encuentran en algunos fumigadores contaminan los suelos y les provoca un malestar que se denomina estrés oxidativo.
Estos metales desestabilizan los vegetales alterando el balance necesario entre oxidantes y antioxidantes, lo que provoca que aparte la industrial a las plantas las dañan negativamente, también tengan daños irreversibles en las plantas.
La disminución del crecimiento de hojas y raíces es uno de ellos. Pero hay más consecuencias, amigos.
Los vegetales que cultivamos nos los comemos, y están expuestos a una serie de sustancias que pueden ser perjudiciales para la salud.
La solución está clara. Fomentar la agricultura ecológica y minimizar el uso de fertilizantes y fumigadores pero, si es inevitable usarlos, asegurarnos de que no contienen metales que puedan ser perjudiciales para las plantas, y finalmente para nosotros.
Los investigadores que han averiguado que las plantas se ponen nerviosas han hallado que éstas se rebelan contra los causantes de su estrés.
Liberan un compuesto antioxidante llamado betancianina, de color rojo, que las protege. Nuestras amigas son listas y saben defenderse, ¿o qué esperabais?