Las copiosas y continuadas lluvias de este raro invierno impregnan de humedad el aire que, por condensación, nos regala rocío en las plantas. Se muestran, luminosas, las primeras flores de los frutales de la huerta.
Uno de ellos, con tintes rojizos, es el albaricoque (Prunus armeniaca), en este caso es un árbol conseguido en vivero.
Se trata de una variedad de difícil fructificación, al menos hasta ahora en El Terrao. Este año presenta una abundante floración, lo que nos hace albergar esperanzas con respecto a su producción.
Tenemos plantado otro, obtenido de semilla, de frutos más pequeños pero muy abundantes, de sabor delicioso. Florece más adelante.
Los cuidados y tratamientos aplicados a finales de temporada pasada y en invierno, además de la adición de buen compost en la base del árbol, parece que van a dar buen resultado.
Se pueden apreciar, iluminados, los pistilos de las flores que darán lugar, después de la polinización, al fruto.
Otro de los árboles que están a reventar de flores es el ciruelo (Prunus domestica), de fruta verdeamarilla. Es un árbol de gran producción, hay que entresacarlo para que la fruta presente un buen tamaño y no agote la planta.
Las flores se presentan muy juntas y cuajan rápidamente dando lugar a pequeñas bolitas verdes que, más tarde, se convertirán en jugosas ciruelas.
Sus ramas parecen guirnaldas de lo cubiertas que están de ramilletes de flores.
Son flores son bastante pequeñas, pero, vistas de cerca, ofrecen una extraordinaria belleza.
También están floreciendo ya nuestros prunos, ciruelos ornamentales (Prunus cerasifera, Prunus pisardii atropurpurea) que ofrecen una floración preciosa y nos regalan una miriada de pequeñas ciruelitas con las que elaboramos una rica mermelada.
Los plantamos al principio como motivo decorativo pero, al ver su producción, les dedicamos cuidados como a los demás frutales.
Por supuesto, los almendros, aunque ya son viejos, llevan un tiempo ya en flor, como Dios manda.