Árbol de rosas fuente imagen: T.Kiya
Muy rápido he comentado que no he visto ningún árbol de rosas aquí, en ningún jardín o parque de España, y rápido me mostráis alguno que conozcáis. Yo encantado de que me saquéis de mi error con alguna imagen o contándome vuestra experiencia en algún comentario.
No en España, pero muy cerca, en el jardín del pintor Claude Monet en Giverny sé que existen algunos.
Por eso no me extraña que aquí también los hubiera (por ejemplo en la Rosaleda del Parque del Oeste en Madrid) o los hubiera habido, posiblemente cuando se crearon los jardines románticos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX que estaban muy influenciados de las corrientes paisajistas provenientes de nuestros vecinos franceses.
El rosal es una de las plantas más utilizadas en jardinería a lo largo de la historia.
En la Península Ibérica hay constancia en numerosos poemas andalusís de la presencia de rosales en el jardín hispanoárabe, los cuales contribuían a envolver en un mayor halo de leyenda la referencia al jardín como vergel aquí en la tierra.
Estas rosaledas andalusís estaban constituidas por rosales de origen silvestre (Rosa canina) pero es tal la pasión que ha despertado esta especie vegetal entre jardineros, viveristas y horticultores que ha sido sometida a una intensa selección e hibridación, apareciendo sucesivamente una gran variedad de colores y formas.
En la actualidad se encuentran registradas más de treinta mil variedades diferentes y las que quedan por aparecer, ya que son objeto de reconocidos concursos donde los horticultores participantes se las ingenian para ofrecer y sorprender con nuevas rosas a los amantes de la reina de las flores del jardín.
Rosales enanos, trepadores, arbustivos, llorones, tapizantes... a los que se les unió en su momento los arboles de rosas, los cuales consisten básicamente, en injertar de entre dos a cuatro varas de rosal en el pie de un árbol frutal.
El árbol de rosas lo podemos cultivar en contenedor permitiéndonos tener uno en balcón o terraza si lo deseamos pero, además, nos concederá una gran ventaja a la hora de protegerlo del invierno en climas fríos, pues lo podremos poner bajo resguardo cuando bajan las temperaturas.
En climas cálidos, en cambio, hay que proteger el injerto de la incidencia directa del sol sombreándolo bajo otro árbol de mayor envergadura o con una malla de sombreado.
Por lo demás un árbol de rosas tiene los mismos cuidados que el resto de rosales: una exposición muy luminosa, estar muy bien abonados y ofrecerles poca agua evitando que ésta entre en contacto con las hojas y las flores pues los rosales son muy propensos a padecer enfermedades criptogámicas con elevada humedad y temperatura.
Entre enero y febrero se debe realizar la poda para propiciar una abundante floración, para ello se deben cortar las ramas a unos 20 centímetros de distancia de la rama principal dependiendo esta distancia de la variedad.
También podemos realizar una poda al final del verano con la que podemos prolongar la floración hasta bien entrado el otoño. En la poda estival eliminaremos las ramas que se estorban entre sí y las que están rotas o enfermas.
Seguiré esperando el encuentro con un árbol de rosas, pero mientras llega ese momento y os informo de ello os dejo con las fotos que he realizado de algunas rosas que si he disfrutado en los jardines que tengo más cercanos.
Si lo deseáis podéis enviarme vuestras fotos de rosas y las publicaré en la sección Digital Photo, en la fan page de Facebook y en la comunidad de Google+ "jardinería y paisajismo". Muchas gracias por vuestras fotos y los comentarios al final del post.
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