Foto: Iberis e Iris, fuente Le Jardin de Cheneland
El Iberis sempervirens, Carraspique, Cestillo de plata es una planta perenne de las denominadas “siempreverdes”. Su porte es semiarbustivo y extendido, resultando ideal para plantar entre piedras y en rocallas y borduras.
Las flores del carraspique son pequeñas y blancas, agrupadas en pequeñas “cabezas”, aparecen en primavera y suelen durar hasta comienzos del verano. En ocasiones, si el invierno no es muy frío, puede ser que aparezcan antes. Con la llegada del calor las flores se secan y aparecen las semillas, que podremos utilizar para siembras posteriores.
Es una planta muy poco exigente con el riego, por lo que debemos regar con moderación. Además, no le gustan nada los suelos encharcados, arcillosos o mal drenados.
Su ubicación ideal es a pleno sol. En invierno, las heladas pueden dañar un poco las hojas, pero en primavera se recupera. Sí es muy recomendable podar la planta después de la floración, a finales de verano o en otoño, eliminando esas ramas y flores secas (donde se alojan las semillas). De este modo la estimularemos para producir más flores en la primavera siguiente, y lograremos además que mantenga un aspecto más compacto.
El mayor problema que podemos tener con el Iberis sempervirens, Carraspique, Cestillo de plata en cuanto a enfermedades suele derivar de un exceso de riego, por podredumbre de las raíces o por mildiu.
En definitiva, el Iberis es una planta muy rústica y apropiada para nuestros jardines, pues tolera muy bien el frío y las heladas y no necesita grandes cuidados, ni terrenos muy abonados, ni mucho riego. Por nuestra propia experiencia es una de nuestras favoritas, pues además es muy tapizante, muchas veces comienza a florecer ya por febrero, aportando a nuestro jardín color y vida antes de la ansiada primavera.
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