Son imprescindibles para la salud y la belleza de la piel que las consume de modo importante aún más cuando debe hacer frente a agresiones como el estrés o reaccionar frente al cansancio y garantizar la flexibilidad, la firmeza y la juventud de la epidermis.
A diario, el organismo consume una importante cantidad de vitaminas y de oligoelementos pero es incapaz de producirlos por sí mismo, por lo cual el aporte exterior es indispensable.
El aporte vitamínico diario es, en general, insuficiente sobre todo para la piel (el órgano más externo) que es la última en aprovechar el aporte vitamínico y la primera en sufrir las consecuencias de una carencia.
Anacardo: contiene vitaminas E, K, A. Un árbol completo: la madera se utiliza como combustible, la ceniza como abono y el fruto en alimentación. Incluido desde hace milenios en la farmacopea africana, nutre la piel con un toque de exotismo.
Lúpulo: precursor de la vitamina D. Antiguamente considerado como la "madera del diablo", es rico en aceite esencial con cualidades sedativas e hipnóticas. Es la planta antiestrés por excelencia y un completo antienvejecimiento.
Naranja: contiene vitaminas A, B y C. Una fruta llena de energía y sol, una flor con un dulce perfume que recuerda las coronas de las novias, ofreciendo suavidad y vitalidad a la vez. Sus virtudes nutrientes, hidratantes y anti-radicales libres se completan con cualidades suavizantes y protectoras.
Kiwi: tiene vitaminas C y E. Un gusto ácido venido de Asia, con el nombre de un pájaro emblemático de Nueva Zelanda. El kiwi, que llegó a Francia en los años 70, contiene 7 vitaminas.
Melocotón: vitaminas A, B, C y PP. Fruto de la sensualidad y la pasión, se utiliza desde tiempos inmemoriales en China. Su flor simboliza la renovación y la juventud y su pulpa presenta cualidades tonificantes y refrescantes muy saludables.
Olivo: contiene lípidos cutáneos. Éste árbol conocido desde siempre por sus virtudes terapéuticas contiene toda la fuerza del Mediterráneo. Su aceite y sus hojas eran ya utilizadas como ungüento por los atletas de la Grecia y la Roma antigua, y su fruto, la aceituna, da origen al perhidroescualeno vegetal, una especie de lípido cutáneo con cualidades hidratantes, tonificantes y aliviantes indispensables para la piel.
Papaya: tiene vitaminas A y C. Este árbol crece en las altas planicies de los Andes, en donde se utiliza desde siempre para tratar los problemas de la piel.
Piña: contiene vitaminas A,B y C. Su pulpa perfumada y dulce en la que se reflejan los rayos del sol ha conquistado a los especialistas en cosmetología. La piña tiene cualidades hidratantes, nutritivas, energéticas, drenantes, antirradicales libres y protectoras indispensables para el resplandor de la piel.
Reina de los Prados: vitacreatina. Busca los suelos húmedos que dan vida a sus perfumadas flores blancas. Se utilizaba en la antigüedad para combatir los dolores articulares, y luego cayó en el olvido. Un cura del siglo XIX la descubrió nuevamente por sus cualidades antidolor.
Salvia: es un precursor de la vitamina D. El significado de su nombre es "planta que salva". Los persas, los hindúes, los celtas, los romanos y los druidas la han considerado desde siempre como una planta sagrada a venerar, y su uso fue difundido por los Benedictinos. Posee un gran poder reafirmante.
Sésamo: vitamina E. Esta semilla tan codiciada contiene todos los perfumes de África. Ofrece un aceite esencial rico en ácidos grasos y en vitamina E que convierte a esta planta en un eficaz anti-radicales libres.
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