(Imagen/ Flickr: Swami Stream)
El iris posee una altura que puede alcanzar ronda entre los 10 y los 150 cm. y florece en los meses de febrero a agosto. Para su reproducción se utilizan la división de rizoma y los bulbos.
(Imagen/ Flickr: lorises)
El iris es una variedad muy agradecida y valorada, ya que se desarrolla bien en casi todas las tierras de jardín con simples cuidados. En las altitudes templadas crece silvestre en multitud de formas y colores, pero también como planta para cultivar.
(Imagen: Wikimedia)
Son multianuales, con hojas espatiformes, o a manera de herbáceas o también con pecíolo redondo. Las flores del iris suelen ser individuales; se abren hacia abajo en tres pétalos externos, mientras que los tres internos se alzan en corola.
(Imagen/ Flickr: Bill Gracey)
Existe gran variedad de colores también. El iris debe estar siempre situado al sol o a semisombra. El suelo debe ser permeable en el caso del iris bulboso y vivaz. No ocurre lo mismo con la variedad de pantano, que necesitará que la tierra esté empapada.
(Imagen/ Flickr: Tie Guy II)
Especies y variedades
Existen unas 200 especies de iris. Se distinguen dos grandes grupos: iris de rizoma e iris de bulbo. En términos muy básicos, podemos decir que las especies de rizomas florecen más tarde y resisten más el frío que las especies de bulbo.(Imagen/ Flickr: Martin LaBar)
Entre los iris de rizoma, destaca en primer lugar el espatiforme alemán (Iris germánica) que florece de mayo a julio. Sus hojas tienen forma de espada y los rizomas son gruesos.
Las numerosas formas de esta especie, producto de la selección, se resumen en grupos de variedades altas, medianas y bajas. Existen ejemplares que alcanzan los 100 cm. y su época de florecer oscila entre marzo y junio.
(Imagen/ Flickr: kaiyanwong223)
Algunas de las especies que se comercializan actualmente son el Airy Dream de color rosa salmón, la Arctic Snow con tonos blancos y azules, la Black Hirls azul y negra, etc. Las variedades más conocidas son la Alaska de color blanco, la Sunbeam y la Southland en tonos amarillos, la Andalusian Blue, en color azul claro y la Nachtmahr, de un llamativo azul oscuro, entre otras.
(Imagen/ Flickr: byb64)
Existen tres variedades muy cotizadas. Por un lado está el iris paluestre japonés que tiene un rizoma muy radiculado, hojas de un verde vivo o amarillento de acusada cresta central y los pétalos desplegados horizontalmente. Este iris de estanque necesita en los meses de florecimiento -mayo a julio- un suelo pantanoso o de agua baja.
(Imagen/ Flickr: serenithyme)
Por otro lado contamos con la iris laevigata, que dirige hacia arriba y en vertical los estrechos pétalos internos. Como auténtica flor de pantano, debe estar húmeda durante el año entero. Una variedad realmente espléndida es la Monstrosa, de grandes flores de un azul profundo que se vuelven claras en el centro.
(Imagen/ Flickr: Tie Guy II)
La otra variedad reseñable es el siberiano que prospera igual en terreno seco que en húmedo. Sus hojas son herbáceas y las flores, de color azul. Debido a su gran versatilidad, esta especie ha adquirido mucha importancia. Su escala de colores abarca desde el violeta de la Caesar's Brother al claro azul plateado de la variedad Papillón.
(Imagen/ Flickr: Dawn Huczek)
Colocación y cuidados
A excepción de las especies de estanque, que necesitan de un lugar húmedo o incluso empapado de agua, los iris se pueden dar en tierra de jardín seca un poco húmeda. Por ejemplo, el iris germánica se desarrolla excepcionalmente en un suelo seco y calizo.(Imagen/ Flickr: auntiepauline)
Los rizomas deberán estar casi a flor de tierra para que se aprovechen del calor solar, puesto que favorece su crecimiento y, sobre todo, su riqueza en flores. Sin moverlos del sitio, la flor tiene su apogeo al cabo de cuatro o cinco años. Cuando haya que trasplantarlos, se elegirán las semanas subsiguientes al florecimiento.
Los de bulbo requieren, en cambio, unos cuidados bastante más intensos. Se dan en suelo permeable de jardín, pero es muy importante que no se humedezca en invierno bajo ninguna circunstancia.
(Imagen/ Flickr: Va.Rose)
Los más indicados para la rocalla son las especies invernales. Las otras bulbosas han de contar, a la intemperie, con una capa de broza de turba que las proteja de las heladas.
Para el cultivo interior se recomienda especialmente la reticulata y la danfordia.
(Imagen/ Flickr: photoholic1)
Los bulbos secos se colocan a una profundidad de 6 a 8 cm. en tierra arenosa, un poco arcillosa, a unos 10 cm. unos de otros.
(Imagen/ Flickr: Tie Guy II)
En diciembre se llevan al invernadero las macetas o jardineras y se las tiene allí a 8 ºC hasta que salga el primer brote.
(Imagen/ Flickr: Tie Guy II)
En cuanto asomen los renuevos, se podrá aumentar la temperatura entre los 12 ó 15º. Hay que encargarse de que haya suficiente ventilación.
Si se les cultiva a la intemperie, se plantan los bulbos en septiembre u octubre y se les protege hasta marzo con follaje y estiércol.
- Aprende todos los detalles de cómo plantar bulbos de Iris en el jardín con este reportaje.