No es tarea fácil ni de poco esfuerzo y trabajo. Y es que sembrar el césped de tu jardín lleva de esfuerzo, pero si tienes ganas de calentar tu cuerpo y aprender el que y como detrás de esto, sigue leyendo. Es una tarea en todo caso, que te va a encantar. Sobre todo cuando veas que como resultado de tu esfuerzo, comienza a crecer un verde millar de hojitas en tu jardín y poco a poco, reverdece hasta convertirse en una alfombra tupida, sumamente verde y agradable a la vista.
Como primera medida, debemos preparar el terreno. No queremos que cuando comiencen a enraizar las gramíneas que has sembrado, se encuentren con escollos que a la larga, podrían entorpecer el crecimiento y normal desarrollo de tu césped. Así que con una pala de excavar o con una azada, vas roturando la tierra. Esta quizás va a ser la tarea más dura, pero una vez superada esta etapa, la de la roturación y tratamiento de la tierra, todo va a ser más fácil: ¡ánimo!
Cuando toda la tierra esté roturada, es decir que hayas excavado en los por lo menos quince centímetros de profundidad inmediatos a la superficie y a lo largo y a lo ancho de todo tu jardín, viene el rastrillado que se realiza primero con los dientes hacia abajo, atrayendo hacia ti toda la tierra para luego devolverla en un movimiento digamos repelente. Notarás que aparecen los guijarros y piedrecitas que puedan llegar a ver. Si tienen el tamaño de una canica, no te hagas mucho problema porque esto no ofrece dificultad, a menos que tenga en exceso, en cuyo caso deberás amontonarlas en montoncitos para luego quitarlas del jardín. También aprovechas para erradicar raigones y restos de otros céspedes, si los hubiera. Una cosa que puedes aprovechar para ver, es si hay orugas en el interior de la tierra. Estas, suelen ser muy dañinas, pues son bebés, pero se alimentan como monstruos y comen varias veces su peso al día. Se alimentan de raíces jóvenes y son capaces de devastar una superficie en poco tiempo. Si las hubiere, deberás aplicar un oruguicida antes de sembrar para que estas desparezcan, aunque si son grandes, (del tamaño de tu dedo meñique, suele haberlas blancuzcas y medio transparentes y estas son terribles devoradoras), puedes quitarlas con la mano o matarlas allí mismo.
Cuando ya has limpiado el terreno de escombros, en caso de que los hubiera, deberás, con la parte del lomo del rastrillo, emparejar la tierra, con movimientos de vaivén: ida y vuelta. Vas a notar que puedes darle el nivel que quieras. Procura no dejar hundimientos que luego serán charcas donde crecerán montones de césped demasiado densos, mientras que alrededor se verá ralo por aquello de la lixiviación. A continuación ya tienes el terreno preparado. Lo siguiente es medir las proporciones del mismo. Si son más o menos cincuenta metros, o cien metros, o números exactos, la proporción es de un kilogramo por cada cien metros, poco más o menos. Hay quienes recomiendan un poco más, pero los resultados se pueden obtener perfectamente así: con estas proporciones. Te lo dice alguien que lo hizo en forma profesional durante muchos años y tiene experiencia en ello.
Ahora bien. Si el resultado que esperas al sembrar el césped de tu jardín es que luzca verde y radiante durante todo el año. te recomendamos el uso de varias especies de césped que durante el año se alternen su energía dada las condiciones climáticas de cada estación. Hay una mezcla que contiene siete variedades. Puede tener distintos nombres y decir que sirve para muchas cosas, pero calculando los porcentajes que te menciono más arriba podrás comprar la cantidad: cuarto kilo, medio o un kilogramo de césped en mezcla de siete variedades o para todas las estaciones. Esto puedes comprarlo en un centro de jardinería normalmente. Una vez que abres el envase del césped, debes hacer la siembra: nada de abro y veo cómo viene y siembro mañana, porque es importante no dejar que actúen los elementos.
Luego de entender de que trata el sembrar el césped en tu jardín, iniciaremos usando la técnica del abanico para regarlo. No te apresures a echar grandes puñados, sino todo lo contrario: pequeños, para que vayas pudiendo calcular la cantidad en función del terreno que dispones. Primero avanzas en el terreno de izquierda a derecha y luego de abajo hacia arriba para hacer una imaginaria cuadrícula. Debe verse pareja toda la cantidad de semilla en el terreno. Es conveniente guardar un poco por cualquier eventualidad en la que no haya brotado totalmente, pero también, si lo deseas, en ese supuesto caso de que suceda, puedes comprar una cantidad menor.
Muy bien. Pero aún no está totalmente terminado el trabajo. Quedan dos pasos importantes. El primero es agregarle una cantidad de tierra fértil o arena fina a la superficie de siembra. Esta deberá cubrir más o menos un centímetro por encima de la semilla para que la proteja de las aves, la hidrate, y la mantenga a temperatura estable, además de que en el futuro aportará, (en caso de ser tierra fértil) sus nutrientes a las raíces. Una vez que has hecho esto, con una madera, puedes aplanar la tierra antes del riego. El aplanado es importante, pero lo más recomendable es hacerlo con una “T” hecha de un listón largo de madera y una tabla clavada a uno de los extremos. Sé que ya estás extenuado a estas alturas, pero piensa en lo bonito que va a quedar más tarde: ve y haz la “T” y aplanas, ¡hombre!
Muy bien. Ya has aplanado y ahora llega el momento del riego. Nunca es recomendable poner a trabajar los aspersores e irse a leer el periódico. Tampoco es conveniente poner el “zapito” o como se le llame donde vives. Con la manguera, (si tienes un rociador, mejor) riegas personalmente toda la extensión hasta que haya quedado suficientemente húmeda. A partir de ahora, deberás hacer este mismo riego a diario. Te tomas unos pocos minutos diariamente durante aproximadamente una semana. Verás aparecer en ese lapso y siempre que las temperaturas lo permitan, las hojitas diminutas de tu nuevo césped. Pronto todo el jardín reverdecerá. Sólo debes atenuar los riegos cuando esté todo cubierto de césped y entonces, podrás cambiarlo a los aspersores, pero te recomiendo no dejarlos puestos y olvidarte porque la lixiviación hará que se encharquen sitios más bajos mientras los más altos ralean. Si riegas con esmero, los resultados serán óptimos.
Un mes aproximadamente luego de que todo el césped está en su apogeo, puedes fertilizarlo con un fertilizante nitrogenado: ¡pero cuidado! Que lo mismo que te sirve para fertilizar, puede ser útil para matar todo tu césped. Muchos ha habido que por querer fertilizar, han acabado con sus plantas o jardines. Deberás ceñirte a las instrucciones del fabricante y jamás pensar que por mejorar los resultados, puedas agregar más de lo que se te recomienda.
En el próximo post, hablaré acerca de la resiembra de césped.