La procesionaria es un tipo de plaga afecta sobre todo a los pinos, de los que son su principal defoliador, pero también pueden verse afectados los cedros y los abetos. Existen muchos métodos para acabar con ellas y no tienen que suponer un gran problema si no contamos con muchos ejemplares en nuestro jardín (es mucho más preocupante en grandes pinares). Antes de decidirnos por cualquiera de los métodos de control de la plaga tenemos que conocer cómo se reproducen y viven estos insectos.
La procesionaria en estado de mariposa los ejemplares femeninos pueden tener una envergadura entre los 36 y los 49 mm, llegando a los 39 mm. en los ejemplares machos. Las alas interiores son de color gris, con intensidades variables en el caso de los machos, y las exteriores de color blanco, con el borde grisáceo. El tórax lo tienen recubierto de pelos, también de color gris. El abdomen, cilíndrico, presenta en las hembras escamas doradas en los extremos y resulta algo más delgado en los machos. La longitud de una oruga puede llegar a alcanzar los 6 cm. con manchas oscuras en el dorso.
Localización geográfica
La Thaumetopea pityocampa Schiff o la procesionaria es conocida vulgarmente como la procesionaria del pino debido a su forma de desplazarse en hilera como si fuera una procesión. En España se encuentra tanto en la Península como en las Islas Baleares. También podemos encontrarlas en otros países mediterráneos como Italia, Argelia, Marruecos, Grecia, Turquía, Siria, Líbano, Palestina, Israel, Egipto y Túnez, además de en Francia y Portugal y en algunas zonas de Alemania, Suiza, Hungría y Bulgaria.
Reproducción y comportamiento
A mediados o finales del verano las mariposas hembras ponen los huevos en los pinos. Se guían por la vista y el olfato para localizar las especies, posándose en sus acículas (las hojas de las coníferas, finas y puntiagudas). Ponen entre 100 y 300 huevos, que recubren con las escamas del abdomen, quedando todo como un conjunto único. En un mes, entre septiembre y mediados de octubre, nacen las orugas que se agrupan en bolsones, su refugio para pasar el invierno. Empiezan a alimentarse en el mismo lugar en el que nacen y según van acabando con la comida se trasladan a otras zonas donde construyen nidos provisionales de seda. Durante el invierno, al atardecer, salen en busca del alimento formando las hileras tan características de este insecto. Cuando llega el frío de la noche regresan a los bolsones donde se resguardan. Al terminar la época invernal descienden una vez más en línea, esta vez hasta el suelo donde se entierran y se convierten en crisálidas dentro de un capullo.
Llegado el verano, las mariposas salen de la cápsula y, tras la cópula, volverán a poner los huevos en nuestros pinos.
Los daños que producen en los árboles
Al alimentarse de la acícula de los pinos, el síntoma primero que observaremos será la pérdida de ésta al secarse y caer. El daño más importante se ocasiona cuando la oruga ya ha crecido y come con más avidez, lo que sucede entre el final del invierno y el principio de la primavera. En árboles adultos raramente se produce la muerte, sí que puede ocurrir en los más jóvenes y débiles que llegan a secarse. En cualquier caso, sí que los debilitará ocasionando que sean más vulnerable a otras plagas como la mosca sierra o el escarabajo Dendroctonus frontalis que afectan a varias especies de pinos y que harán estragos en nuestro jardín.
Aunque, en un principio, las orugas sólo las localicemos en un árbol, pueden extenderse a otros tan rápido como se les agote el alimento, pudiendo contagiar a todos los ejemplares de los que dispongamos.
Además, por su efecto urticante, delimita la posibilidad de disfrutar de las zonas recreativas con pinos y provoca alergias en humanos y animales. No es necesario que toquemos una procesionaria para que nos dé reacción, pues éstas sueltan al aire los pelillos urticantes que las recubren en cuanto se sienten amenazadas. Estas alergias ocasionan irritación de piel, ojos y nariz en los humanos e inflamación de labios, boca y cabeza en los perros.
Control de la plaga
La procesionaria no ataca por igual a todos los tipos de pino. Más afectados se ven tres especies determinadas: el pino canario, el silvestre y el laricio. Éstos serán los preferidos de las procesionarias por delante del pino pinaster, el carrasco y el piñonero. Plantar en casa las especies menos atrayentes a la plaga no es garantía de tener sanos los árboles pero puede resultar un método de prevención válido.
Existen en el mercado otros métodos entre los que elegir, teniendo siempre en cuenta el momento de actuación, el tamaño de la plaga y el impacto sobre el medio ambiente:
Destrucción de los bolsones:
Podemos acabar con ellos de manera manual. Cuando estén bien formados, entre mediados de noviembre y principios de diciembre, los retiraremos del árbol cortándolos para después quemarlos. Existen tijeras orugueras preparadas para ayudarnos en esta tarea y pueden resultar muy útiles ya que disponen de un brazo extensible para alcanzar los que están más alejados. Si el árbol tiene demasiada altura, y con esta herramienta tampoco alcanzamos, se pueden romper con una pistola de perdigones.
Eliminando su guarida, las orugas morirán cuando llegue el frío de las noches de invierno. Para que no les dé tiempo a rehacer el bolsón, es mejor que lo hagamos a última hora de la tarde, cuando han salido en busca de alimento.
Trampas de feromonas:
Pequeñas trampas con feromonas sexuales de la hembra en su interior, colocadas en las ramas de los árboles en la época de vuelo, atraen a los machos de procesionaria. Éstos quedarán atrapados en su interior impidiendo la fecundación y, por tanto, la reproducción de la especie. Aparecen como método válido sólo en caso de infestación baja o como complemento a la fumigación.
Pulverización de insecticidas químicos:
Se puede realizar a lo largo de todo el invierno, cuando las orugas aún jóvenes son más sensibles al producto. Mojando bien los bolsones con los productos químicos podremos acabar con los insectos, a la vez que eliminamos la posibilidad de urticaria, por lo que aparecen como la solución ideal para los jardines y zonas de ocio.
Inhibidores del crecimiento:
Están teniendo mucho éxito gracias a sus buenos resultados y a que son respetuosos con el medio ambiente. Estos productos trastornan algún proceso de desarrollo del animal evitando que termine el ciclo y se vuelvan a reproducir. Efectivos en la fase larvaria de la procesionaria, hay que utilizarlos poco después de que la hembra ponga los huevos.
Barreras naturales:
En la naturaleza podemos contar también con las herramientas necesarias para acabar con la plaga de la procesionaria del pino. Algunos animales se alimentan de ésta y nos ayudarán a mantenerla controlada. Entre las aves insectívoras más eficaces podemos contar con los carboneros y los herrerillos, e instalando cajas anidaderas en nuestro jardín conseguiremos tenerlos en nuestro jardín. Las hormigas, las cigarras y las avispas entre los insectos o las urracas, los cuervos y las abubillas resultan también ideales en esta tarea de eliminación de la plaga.